El verdadero arranque de la filatelia como un «valor seguro» puede situarse en la I Guerra Mundial, a cuyo final se produjo el hundimiento de títulos, billetes, etc., y todos los ojos se volvieron hacia valores más seguros como el oro... y los sellos, que no sólo no habían descendido en sus cotizaciones de antes de la Guerra, sino que se habían remontado a cotas muy altas.
Buen ahorro
Precisamente la desconfianza ante el valor del dinero, hace que los sellos sean un refugio del ahorro, bien por la vía del coleccionismo, bien por la de «coleccionar beneficios». En el primer caso, está el muchacho que cada semana emplea buena parte de su dinero de bolsillo en comprar sellos, entre los segundos, aquéllos que atraídos por las cifras de algunas subastas o transacciones importantes, se han lanzado a colocar capitales en la adquisición de hojas enteras de sellos nuevos, en la confianza de obtener pingües beneficios en el futuro.
De todos modos, no es este el camino que nos interesa y que como en toda actividad humana requeriría estar bien asesorado, muy profundos conocimientos y gran dedicación, para entrar con buen pie en un «negocio» en el que ya no existen gangas y el mercado está muy intercomunicado.
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