La afición a ios libros, especialmente a los raros o curiosos, es un hobby realmente limitado por unos condicionantes económicos tales, que poco menos ha pasado a ser empresa de entidades u organizaciones estatales, municipales, universitarias, etc. Sin embargo existe una diferencia, que no sólo es semántica, entre bibliófilo, aquél que estima los libros por su contenido y bibliómano aquél que simplemente los colecciona. En nuestros días y a nivel individual, consideramos más atractiva la primera acepción a pesar de que la segunda también pueda resultar fascinante.
El bibliófilo es un rebuscador natural y más que esconder en sus vitrinas con vistas a la especulación económica, goza enseñando sus conquistas y reuniendo cuanto aparece en el mercado sobre el tema de su especialidad, (ejemplos claros son las colecciones de libros griegos reunidos por Diego Hurtado de Mendoza y que hoy en día están en la biblioteca de El Escorial), Pero sin buscar incunables, que están catalogados en su práctica totalidad y forman parte del patrimonio artístico de los países, se puede iniciar la colección de libros, teniendo en cuenta que ya llegará el momento de poder dedicarse a las «joyas» por su belleza, su interés y su rareza, las tres notas que más podrían valorar un volumen.
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