miércoles, 6 de mayo de 2009

EL SELLO

Una vez que hemos pasado revista a los diferentes instrumentos o ayudas y que ya está en condiciones de coleccionar, sólo le falta «la materia prima», los sellos, pero éstos deben reunir una serie de características, o mejor, existen unas reglas generales aceptadas por todos los coleccionistas.

La primera es que en la colección no debe aparecer ningún sello defectuoso a menos que se trate de una reliquia por su gran rareza. Para ello no deben tener manchas. No debe faltarles diente alguno a los dentados y los cuatro bordes blancos de los lisos deben estar completos. Cualquier sello sin alguna de las mencionadas condiciones pierde su valor hasta tal punto, que puede llegar a no valer nada. Es preferible tener una colección menos numerosa pero con sellos impecables a muy abultada con ejemplares desdentados, con el matasellos muy marcado o con el dorso descarnado por haberlos arrancado en seco de las cartas.

La marquilla

Consiste en un grabado qué el experto marca en el reverso de los sellos de cierto valor y que representa un certificado de garantía de autenticidad. Cada perito tiene la suya y a medida que el aficionado vaya progresando en su hobby irá reconociendo las más usuales.

El lavado de los sellos

Todo sello usado que no proceda de un comercio especializado o de otra colección, debe ser lavado para asegurarse que no quedan trazas del sobré en el dorso y que la posible suciedad desaparece. A continuación, daremos unas recomendaciones para lavar un sello sin que se produzcan errores fatales.

En un recipiente completamente limpio se vierte agua tibia algo salada. Se echan unos cuantos sellos —no muchos— y se dejan durante una hora. Una vez separado el sello del papel, y frotado el reverso para eliminar cualquier residuo de goma, se colocan entre dos hojas de papel secante blanco. Conviene poner algo de peso sobre la última capa de papel secante si es que se han lavado muchos. Pegarlos en el cristal de la ventana tampoco es mal sistema, ya que al secarse se caen solos. Así pues, si bien es cierto que hay muchos sellos en el mundo, se deben tener en cuenta las reglas de oro de un buen coleccionista avezado: rareza, antigüedad y color, con estas tres cualidades y el nivel de conservación mencionado, pronto será admirado por otros coleccionistas y, ni que decir tiene, que los gastos que su le proporciona los amortizará muy pronto y con un poco de suerte obtendrá beneficios.

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