miércoles, 6 de mayo de 2009

De la uva a la copa

El vino es quizá una de las bebidas más antiguas de las que* se tiene registro histórico. De sus excelencias y particularidades está repleta la literatura y la crónica de todos los pueblos. En nuestro ámbito de civilización, judíos, griegos y romanos, cultivaron la vid, que los españoles llevaron después a América con gran éxito, hasta el punto de que en la actualidad los vinos de California y Argentina están considerados entre los primeros del mundo. Una simple mirada ai mapa de la viticultura nos muestra que se trata de un cultivo de países soleados. Los principales productores se encuentran en el área mediterránea y allí es donde se cultivan las más importantes variedades de uva que tras un proceso lento y depurado, que con mínimas variantes es el mismo en todas partes, proporciona esos fabulosos vinos de burdeos, riojas, borgoñas, frascatis, oportos...

Pero no es suficiente con el clima, la tierra y buenas vides. El arte de la vinificación, como cualquier otro, requiere excelentes tratamientos de la vendimia, de la fermentación y la posterior conservación y añejamiento del vino. Cuando todos esos pasos se han dado y la materia prima, la uva, era excelente, se dan esas cosechas que tan pocos afortunados llegan a probar, ya que inevitablemente se produce la ecuación insalvable: escasa producción, costosa elaboración y limitada distribución, igual a precio muy elevado. Pero no desespere y veamos los pasos para llegar a tener una buena «bodega doméstica» en la que dadas las tendencias del mercado, el vino adquirido hoy aumentará de valor mañana, siempre y cuando se mantenga en perfectas condiciones.

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