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miércoles, 6 de mayo de 2009

Rarezas filatélicas

La «inocencia filatélica» es el término que define la actitud de ciertos estados o países emisores, que a mediados o finales del pasado siglo emitían cantidades muy reducidas de cada valor. Ejemplos característicos son los primeros sellos de la Isla Mauricio, que tuvieron una tirada de 12 ejemplares y unos pocos más los de la Guayana Inglesa. Los «dos reales» españoles emitidos en 1851, 1852 y 1853 no llegaron a cuatro mil unidades. Y los de «uno» y «dos» pesos de Fernando Poo en 1899, tuvieron una emisión de quinientos ejemplares.

Pero existen otros aspectos que también hay que tener en cuenta a la hora de considerar la rareza de un sello, por ejemplo la destrucción de parte de la emisión por diversas circunstancias (incendio, guerra, inundaciones, etc.). También existe la rareza por errores en la emisión. Aunque en este caso debería distinguirse entre el error verdadero y el error falso o especulador. Del primer caso existen errores de impresión, tiraje o de grabado y que obviamente motivaron la inutilización del molde y de la matriz, aunque algunos ejemplares llegasen a salir a la circulación. Pero también se ha dado el error adrede, conseguido al eliminar una letra, tirar una hoja de más en otro color, invertir la orla, el escudo, etc., y luego ponerlos en circulación en piezas separadas para alcanzar cotizaciones más elevadas por su peculiar «rareza» o «error». Pero lo cierto es que algunos «errores» tienen cotizaciones muy elevadas como el de 3 chelines amarillo sueco, o el de 2 reales azul español, los dos sellos más caros de Europa.

Valor rentable de los sellos

El verdadero arranque de la filatelia como un «valor seguro» puede situarse en la I Guerra Mundial, a cuyo final se produjo el hundimiento de títulos, billetes, etc., y todos los ojos se volvieron hacia valores más seguros como el oro... y los sellos, que no sólo no habían descendido en sus cotizaciones de antes de la Guerra, sino que se habían remontado a cotas muy altas.

Buen ahorro

Precisamente la desconfianza ante el valor del dinero, hace que los sellos sean un refugio del ahorro, bien por la vía del coleccionismo, bien por la de «coleccionar beneficios». En el primer caso, está el muchacho que cada semana emplea buena parte de su dinero de bolsillo en comprar sellos, entre los segundos, aquéllos que atraídos por las cifras de algunas subastas o transacciones importantes, se han lanzado a colocar capitales en la adquisición de hojas enteras de sellos nuevos, en la confianza de obtener pingües beneficios en el futuro.

De todos modos, no es este el camino que nos interesa y que como en toda actividad humana requeriría estar bien asesorado, muy profundos conocimientos y gran dedicación, para entrar con buen pie en un «negocio» en el que ya no existen gangas y el mercado está muy intercomunicado.

Coleccion de Sellos

Para iniciar la colección, basta con reunir unos cuantos sellos y ordenarlos por países, por valores, por temas, etc., según sea el capricho, ya que no hay normas escritas a pesar de existir infinitas modalidades. No obstante, a medida que se va avanzando en el hobby se van produciendo una serie de «necesidades», de cambios, que hacen más placentero, ordenado el primer caos, el ¿qué coleccionar?

Por razones obvias hay que descartar una colección universal, ya que es humanamente imposible reunir todos los sellos emitidos, objetivo final de tal coleccionista. Por tanto, resulta más práctico centrarse en temas: deportivos, aéreos, flora, fauna, arquitectura, etc., e intentar completar Jas series emitidas por un país o un continente. Para ello existe tal proliferación de libros especializados, publicaciones periódicas o comercios del ramo, que quizá puedan confundir al principiante, que todavía no ha decidido si nuevos, viejos, etc. En este momento conviene tomar una decisión personaiísima y más adelante se dará cuenta que no está solo: coleccione lo que más le apetezca, siempre y cuando se sienta fascinado por ello. En cuanto haya decidido tema y haya avanzado sus primeros pasos, descubrirá en su propia ciudad colegas en el interés por los sellos artísticos, religiosos o conmemorativos, y podrá intercambiar. Quizá ya esté enrolado en esa curiosidad, juvenil o madura, que termina siendo pasión

Instrumentos necesarios para coleccionar sellos postales

Clasificador. Elemento este de suma sencillez ya que puede formarse a base de hojas sueltas en una carpeta o sujetas por anillas. Como su propio nombre indica, sirve para clasificar los sellos antes de colocarlos definitivamente en el álbum. Se suelen emplear hojas de colores, aunque generalmente el negro es el color más común, tlevan unas tiras de papel transparente sujetas por la parte inferior, donde se colocan los sellos repetidos, los que están pendientes de algún tratamiento como el lavado, etc. En los comercios especializados venden dos tipos muy concretos, el pequeño o de bolsillo para su transporte cotidiano y el volumen grande de hojas intercambiables. La lupa. Sin que sea necesario recurrir a instrumentos muy sofisticados, con una lupa de entre 5 y 8 aumentos será suficiente para apreciar todas las peculiaridades de un sello.

Las pinzas. En este caso, sin embargo, sí es necesario recurrir a unas pinzas muy concretas, ya que son un instrumento imprescindible para evitar que el sudor y cualquier tipo de suciedad que involuntariamente porten los dedos, dejen una huella en el sello. Así pues, deberán ser suaves, de resorte blando y que no tengan hendiduras en las palas, para que al recoger el sello, aunque se haga mucha presión, no lo arañen o dejen marcas.
Odontómetro. Pequeña cartulina o lámina de cartón en la que hay impresos pequeños círculos, a distancias variables, que permiten medir el dentado de los sellos. Este instrumento es muy necesario, tanto como el catálogo, ya que existen emisiones del mismo valor pero con distinto dentado. El sistema de comprobación es por encaje recíproco y el número que corresponda con la coincidencia, será la medida de los dientes del sello. Normalmente el número de dientes oscila entre 10 y 14.

Fijasellos. Son los papelitos engomados por una sola cara que mediante un doblez sirven para fijar el sello al álbum. Resulta de suma importancia que sean de excelente calidad, no tanto el papel como la goma o adhesivo, pues si bien en los usados de poco valor el problema puede ser mínimo, en el caso de rarezas o de sellos nuevos con su goma original, el problema de cambiar de sitio el sello o simplemente arrancarlo, suele traer malas consecuencias. No obstante, el mejor sistema para conservar en perfecto estado las «joyas» de la colección, es la bolsa de celofán con respaldo de papel parafinado para que no se produzcan adherencias. Estas son las que se fijan en el libro o álbum. Y, finalmente, y en plan más económico, están ganando adictos las tiras de plástico o celofán transparente, recortables al tamaño del sello o de los sellos que se desee tener juntos.

Una recomendación: no emplee como fijasellos el papel engomado de las márgenes de los sellos cortados en tiras. Suele adherirse demasiado y puede descarnar el sello o llevarse parte de la substancia del papel, convirtiendo una pieza perfecta en un sello defectuoso. El catálogo. Se trata, como decíamos antes, de una publicación donde aparecen reseñados todos los sellos emitidos, o los de un país o una especialización concreta. Para empezar, es recomendable contar con un catálogo general. En España e Iberoamérica el más popular es el «Yvert et Tellier» francés. Una vez que la colección se vaya decantando hacia cualquiera de las ramas, será el momento de recurrir a los catálogos especializados. La información de los catálogos suele ir presentada del siguiente modo: en primer lugar y por orden alfabético el país, después el año de emisión y a continuación las características de la filigrana, perforaciones si es el caso, etc. A renglón seguido y en cuatro columnas, el número de clasificación del sello, su valor y color, su precio nuevo y su precio usado. Estos precios son orientativos, ya que a la hora de comprar o vender un sello, raramente se consigue el precio estipulado en el catálogo. Filigranoscopio. Se trata de un instrumento delicado y que requiere sumo cuidado a la hora de su utilización, si no se desea sufrir disgustos. Su utilidad no es otra que-hacer visible la filigrana cuando no es posible apreciarla al trasluz. Se trata de una cubeta de plástico o ebonita en algunos casos, totalmente negra, en la que se pone bencina rectificada y se sumerge el sello. La parte del grabado hacía abajo y la de la goma hacia arriba. Tras el baño, la filigrana aparecerá en el sello con total nitidez. En los casos de sellos nuevos con goma, la bencina empleada deberá ser mínima y se tendrá que dejar secar el sello sobre el filigranoscopio hasta que recobre su estado primitivo. Conviene dejar bien claro que la filigrana es uno de los elementos de reconocimiento de un sello. Identificándola bien, no existe error de clasificación. Sin embargo, hay que poner mucha atención antes de utilizar este sistema, porque hay sellos cuyos colores son solubles y este dato, si bien suele aparecer en los catálogos, no sucede en todos.

El álbum. El álbum es el tesoro de todo coleccionista. Desde los primeros hasta los más recientes, el fundamento es el mismo, únicamente varía el lujo, que lógicamente incide en el precio, pero lo fundamental es que sea de hojas intercambiables para poder añadir páginas allí donde sea necesario. Si es preciso comprar más de uno, se recomienda que sean de idéntico tamaño para poder traspasar hojas de uno a otro.

Los mejores son los de tapas automáticas, los llamados «Tim», que si bien son los más caros, a la larga compensa. Dentro del álbum los sellos deben clasificarse:

1. a por países, en orden alfabético.

2. B por orden cronológico.

3. e por fechas de emisión.

4. c de valor menor a mayor, dentro de cada emisión o serie.

5. e los sellos «raros», variedades, errores, etc., que se coleccionen aparte por su valor o especialidad.

EL SELLO

Una vez que hemos pasado revista a los diferentes instrumentos o ayudas y que ya está en condiciones de coleccionar, sólo le falta «la materia prima», los sellos, pero éstos deben reunir una serie de características, o mejor, existen unas reglas generales aceptadas por todos los coleccionistas.

La primera es que en la colección no debe aparecer ningún sello defectuoso a menos que se trate de una reliquia por su gran rareza. Para ello no deben tener manchas. No debe faltarles diente alguno a los dentados y los cuatro bordes blancos de los lisos deben estar completos. Cualquier sello sin alguna de las mencionadas condiciones pierde su valor hasta tal punto, que puede llegar a no valer nada. Es preferible tener una colección menos numerosa pero con sellos impecables a muy abultada con ejemplares desdentados, con el matasellos muy marcado o con el dorso descarnado por haberlos arrancado en seco de las cartas.

La marquilla

Consiste en un grabado qué el experto marca en el reverso de los sellos de cierto valor y que representa un certificado de garantía de autenticidad. Cada perito tiene la suya y a medida que el aficionado vaya progresando en su hobby irá reconociendo las más usuales.

El lavado de los sellos

Todo sello usado que no proceda de un comercio especializado o de otra colección, debe ser lavado para asegurarse que no quedan trazas del sobré en el dorso y que la posible suciedad desaparece. A continuación, daremos unas recomendaciones para lavar un sello sin que se produzcan errores fatales.

En un recipiente completamente limpio se vierte agua tibia algo salada. Se echan unos cuantos sellos —no muchos— y se dejan durante una hora. Una vez separado el sello del papel, y frotado el reverso para eliminar cualquier residuo de goma, se colocan entre dos hojas de papel secante blanco. Conviene poner algo de peso sobre la última capa de papel secante si es que se han lavado muchos. Pegarlos en el cristal de la ventana tampoco es mal sistema, ya que al secarse se caen solos. Así pues, si bien es cierto que hay muchos sellos en el mundo, se deben tener en cuenta las reglas de oro de un buen coleccionista avezado: rareza, antigüedad y color, con estas tres cualidades y el nivel de conservación mencionado, pronto será admirado por otros coleccionistas y, ni que decir tiene, que los gastos que su le proporciona los amortizará muy pronto y con un poco de suerte obtendrá beneficios.


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