miércoles, 6 de mayo de 2009

SU COLECCION

Hay muchos caminos para llegar a la numismática, pero sólo uno de llevarla adelante con éxito: el estudio. Su colección puede iniciarse a partir de esas monedas que encontró perdidas en un cajón y que pertenecieron a su abuelo. Pocas, sucias pero con un interés latente. El descubrimiento puede producir o bien el efecto catalizador de lanzarle por el camino del coleccionismo numismático, o bien dejarle indiferente y que la caja de monedas permanezca en aquel lugar sin más. Ocupémonos de encauzar la primera opción hasta que se convierta en un hobby apasionante, tanto por las satisfacciones culturales como por las económicas. Para que esas pocas monedas sean el comienzo de una colección, lo primero que hay que hacer es clasificarlas científicamente. Para ello necesitará información, y ésta se puede adquirir por dos vías: documentación bibliográfica y documentación oral. De la primera ya nos ocuparemos, la segunda se adquiere en los mercadillos domingueros que existen en todas las ciudades, donde monedas, billetes y sellos se reúnen semana tras semana.

Allí acuden profesionales y aficionados, veteranos y nobe-les a intercambiar, comprar o simplemente charlar sobre sus colecciones, sus descubrimientos, etc. Es importante destacar la gran ayuda que puede ser, contar con la colaboración de un veterano, un experto con quién consultar dudas, con quien comentar los pasos a dar, la posible compra de una pieza o su misma autenticidad.



Estado de conservación

El estado de conservación de las monedas es uno de los aspectos capitales de la colección. En este sentido conviene apuntar los dos grandes grupos de monedas, sin circular o moneda circulada. El primer grupo representa la utopía numismática en lo que al pasado se refiere, porque ¿se imagina una moneda de hace dos mil años nueva? Es muy raro, muy difícil, pero posible, y de hecho hay casos y para acicate de coleccionistas se seguirán dando, aunque eso sí, de llegar al mercado los precios suelen ser desorbitados.

Las tres categorías de monedas sin circular son: de lujo, flor de cuño y excelente buena conservación. Cada una de ellas se diferencia de las otras por tan mínimos detalles que al profano le pasarían desapercibidos. Entre la moneda circulada también son tres las categorías diferenciales: muy buena conservación, buena conservación y regular conservación. Tanto en este apartado como en el anterior, se emplean siglas para su utilización en catálogos o trabajos de investigación. Y ni que decir tiene que también existen las monedas mal conservadas, bien por el desgaste natural (no conviene olvidar que la moneda se fabrica con un fin concreto, qué es su circulación), bien por golpes, arañazos u otras vicisitudes.

Limpieza

La conservación de una pieza no debe confundirse jamás con su limpieza. Una moneda puede estar sucia y perfectamente conservada y a la inversa, puede estar brillante, muy limpia y no estar en buen estado de conservación. Como norma fundamental no limpie las monedas, al menos no las limpie de momento a pesar de que le vamos a dar unas someras recomendaciones. Insistimos: las monedas no deben limpiarse a menos que sea un experto numismático el que se encargue de la operación, porque se puede lograr el efecto contrario al buscado y colaborar en la erosión de la pieza, con arañazos, etc. De cualquier forma, como guía informativa del modo de abordar los diferentes metales empleados en numismática, tenga en cuenta las siguientes recomendaciones: Oro. Sólo se necesita agua y jabón y un paño para su secado. Plata. Agua jabonosa a la que añadirá algunas gotas de amoníaco. No utilice bicarbonato y menos los algodones que venden ya preparados. Utilice cera para su conservación.

Bronce. Emplee un baño de agua y alcohol y un cepillo de fibra de vidrio.

Cobre. Baños de vinagre rebajado; seguidos de otros de aceite y secado al sol.



El catálogo

Al igual que en la filatelia, en numismática el catálogo es imprescindible para poder «trabajar» con rigor y ordenar las piezas que vayan llegando a sus manos. Existe tal variedad de catálogos que resulta imprescindible seleccionar aquel período o tema objeto de nuestra colección, para adquirir el catálogo especializado, con independencia de que se tenga uno general (usualmente tomos de más de dos mil páginas con tipos de letra que requieren el empleo de lupa). En todos ellos se dan precios orientativos —aspecto éste que no conviene olvidar para no sufrir decepciones—, que lógicamente variarán según el estado de conservación de lá pieza. En algunos catálogos, además, se emplean una serie de signos convencionales o siglas, para determinar la rareza o vulgaridad de la moneda en cuestión.


El àlbum

El abanico de posibilidades es tal, que una simple visita a cualquier comercio especializado servirá para satisfacer las necesidades más exigentes. De cualquier modo, dependerá del' tipo de monedas y de su ordenación, el modelo de catalogador que necesitará, en lo qué respecta a tamaño, tipo de hoja —siempre intercambiable— o protección. De cualquier modo las dos únicas normas de obligado cumplimiento son: que la moneda no sufra ningún tipo de abrasión, y que si éstas son de hierro o aluminio, materiales más frágiles y perecederos, no se guarde el álbum en lugares húmedos, porque nos podemos ver sorprendidos por el óxido, proceso que una vez iniciado es irreversible.

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