Como norma de oro tenga en cuenta que lo barato sale caro. En el caso del vino piense en todo el proceso que sigue hasta llegar a su mesa, y comprenderá que el precio sea elevado. Pero como lo que pagamos no es sólo vino, sino transporte, publicidad, comisiones y, sobre todo, impuestos a las haciendas del país productor o del país, importador, cuanto más barato sea el vino, más posibilidades hay de que el contenido de la botella sea cualquier cosa menos vino. Los consejos de Denominación de Origen han elaborado toda una serie de normas para protegerse, pero no siempre lo consiguen y por supuesto, siempre hay comerciantes avispados o sin escrúpulos a la hora de imitar etiquetas y nombres o directamente adulterar, mezclar y fabricar caldos destinados al consumo masivo. Desconfíe de las modas pasajeras impuestas por campañas de publicidad, mejor o peor llevadas, y asegúrese de que compra en lugares de confianza.
Que las ofertas suelen existir es algo muy evidente en los grandes superrnercados o almacenes, pero que esas ofertas sean realmente beneficiosas para su estómago, es algo más dudoso. Así pues, busque el asesoramiento profesional que ciertos clubes, asociaciones o entidades hosteleras proporcionan. Pruebe antes de adquirir cantidades y eso sí, recuerde que con la inflacción y la subida generalizada de los impuestos, lo más rentable, si le es posible, es comprar hoy y beber mañana.
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