miércoles, 6 de mayo de 2009

EL COLECCIONISMO

Desde que en 1848, G.B. Moens estableció en Bruselas el primer comercio dedicado a este coleccionismo hasta nuestros días, con la exagerada proliferación de asociaciones, comercios, sociedades, etc., la filatelia ha recorrido un largo camino repleto de vicisitudes que se puede seguir muy de cerca por los catálogos. Los primeros se editaron en Bélgica, «Moens» y en Inglaterra, «Brown» y detallaban entre L200 y 2.400 ejemplares. En la actualidad, cualquier catálogo entre los reconocidos umversalmente, se acerca al cuarto de millón de sellos clasificados. Entre ellos, conviene destacar los editados cada otoño por «Stanley Gib-bon's» en Inglaterra desde 1863. El «Yvert et Tellier»

francés, el «Michel» alemán, el «Zumstein» suizo o el «Scott's» norteamericano. Todos ellos representan algo así como la guía oficial de cada país y sin embargo, son algo más, ya que sus informaciones y valores abarcan todo el globo, y son esperados con verdadera ansiedad para conocer, tanto las descripciones como los precios de los sellos, nuevos y usados, así como otras variedades (sobre cartas, bloques, etc.).

Colecciones famosas

En la actualidad, muchas de las grandes colecciones son producto de absorciones, fusiones, etc., y muy escasas las que pasan de generación en generación sin disgregarse. Quizá un caso excepcional por esta razón y por el valor de las piezas en su haber, sea la de la reina Isabel II de Inglaterra. Está alojada en una magna estancia en el palacio de Buckingham donde se distinguen los volúmenes encuadernados en piel roja del iniciador de la colección, Jorge V, y los de piel azul de Jorge VI, hasta un total de más de 350 tomos.

Otra colección famosa es la de Arthur Hind que se vendió en 1934 por un millón de dólares y en negociación aparte, el sello más valioso del mundo: el de 1 penique magenta de la Guayana Británica de 1856. Este sello, que entonces alcanzó una valoración superior a los 50.000 dólares, se volvió a vender en 1970 a un coleccionista anónimo australiano en 280.000.

Rarezas filatélicas

La «inocencia filatélica» es el término que define la actitud de ciertos estados o países emisores, que a mediados o finales del pasado siglo emitían cantidades muy reducidas de cada valor. Ejemplos característicos son los primeros sellos de la Isla Mauricio, que tuvieron una tirada de 12 ejemplares y unos pocos más los de la Guayana Inglesa. Los «dos reales» españoles emitidos en 1851, 1852 y 1853 no llegaron a cuatro mil unidades. Y los de «uno» y «dos» pesos de Fernando Poo en 1899, tuvieron una emisión de quinientos ejemplares.

Pero existen otros aspectos que también hay que tener en cuenta a la hora de considerar la rareza de un sello, por ejemplo la destrucción de parte de la emisión por diversas circunstancias (incendio, guerra, inundaciones, etc.). También existe la rareza por errores en la emisión. Aunque en este caso debería distinguirse entre el error verdadero y el error falso o especulador. Del primer caso existen errores de impresión, tiraje o de grabado y que obviamente motivaron la inutilización del molde y de la matriz, aunque algunos ejemplares llegasen a salir a la circulación. Pero también se ha dado el error adrede, conseguido al eliminar una letra, tirar una hoja de más en otro color, invertir la orla, el escudo, etc., y luego ponerlos en circulación en piezas separadas para alcanzar cotizaciones más elevadas por su peculiar «rareza» o «error». Pero lo cierto es que algunos «errores» tienen cotizaciones muy elevadas como el de 3 chelines amarillo sueco, o el de 2 reales azul español, los dos sellos más caros de Europa.

Valor rentable de los sellos

El verdadero arranque de la filatelia como un «valor seguro» puede situarse en la I Guerra Mundial, a cuyo final se produjo el hundimiento de títulos, billetes, etc., y todos los ojos se volvieron hacia valores más seguros como el oro... y los sellos, que no sólo no habían descendido en sus cotizaciones de antes de la Guerra, sino que se habían remontado a cotas muy altas.

Buen ahorro

Precisamente la desconfianza ante el valor del dinero, hace que los sellos sean un refugio del ahorro, bien por la vía del coleccionismo, bien por la de «coleccionar beneficios». En el primer caso, está el muchacho que cada semana emplea buena parte de su dinero de bolsillo en comprar sellos, entre los segundos, aquéllos que atraídos por las cifras de algunas subastas o transacciones importantes, se han lanzado a colocar capitales en la adquisición de hojas enteras de sellos nuevos, en la confianza de obtener pingües beneficios en el futuro.

De todos modos, no es este el camino que nos interesa y que como en toda actividad humana requeriría estar bien asesorado, muy profundos conocimientos y gran dedicación, para entrar con buen pie en un «negocio» en el que ya no existen gangas y el mercado está muy intercomunicado.

Coleccion de Sellos

Para iniciar la colección, basta con reunir unos cuantos sellos y ordenarlos por países, por valores, por temas, etc., según sea el capricho, ya que no hay normas escritas a pesar de existir infinitas modalidades. No obstante, a medida que se va avanzando en el hobby se van produciendo una serie de «necesidades», de cambios, que hacen más placentero, ordenado el primer caos, el ¿qué coleccionar?

Por razones obvias hay que descartar una colección universal, ya que es humanamente imposible reunir todos los sellos emitidos, objetivo final de tal coleccionista. Por tanto, resulta más práctico centrarse en temas: deportivos, aéreos, flora, fauna, arquitectura, etc., e intentar completar Jas series emitidas por un país o un continente. Para ello existe tal proliferación de libros especializados, publicaciones periódicas o comercios del ramo, que quizá puedan confundir al principiante, que todavía no ha decidido si nuevos, viejos, etc. En este momento conviene tomar una decisión personaiísima y más adelante se dará cuenta que no está solo: coleccione lo que más le apetezca, siempre y cuando se sienta fascinado por ello. En cuanto haya decidido tema y haya avanzado sus primeros pasos, descubrirá en su propia ciudad colegas en el interés por los sellos artísticos, religiosos o conmemorativos, y podrá intercambiar. Quizá ya esté enrolado en esa curiosidad, juvenil o madura, que termina siendo pasión

Instrumentos necesarios para coleccionar sellos postales

Clasificador. Elemento este de suma sencillez ya que puede formarse a base de hojas sueltas en una carpeta o sujetas por anillas. Como su propio nombre indica, sirve para clasificar los sellos antes de colocarlos definitivamente en el álbum. Se suelen emplear hojas de colores, aunque generalmente el negro es el color más común, tlevan unas tiras de papel transparente sujetas por la parte inferior, donde se colocan los sellos repetidos, los que están pendientes de algún tratamiento como el lavado, etc. En los comercios especializados venden dos tipos muy concretos, el pequeño o de bolsillo para su transporte cotidiano y el volumen grande de hojas intercambiables. La lupa. Sin que sea necesario recurrir a instrumentos muy sofisticados, con una lupa de entre 5 y 8 aumentos será suficiente para apreciar todas las peculiaridades de un sello.

Las pinzas. En este caso, sin embargo, sí es necesario recurrir a unas pinzas muy concretas, ya que son un instrumento imprescindible para evitar que el sudor y cualquier tipo de suciedad que involuntariamente porten los dedos, dejen una huella en el sello. Así pues, deberán ser suaves, de resorte blando y que no tengan hendiduras en las palas, para que al recoger el sello, aunque se haga mucha presión, no lo arañen o dejen marcas.
Odontómetro. Pequeña cartulina o lámina de cartón en la que hay impresos pequeños círculos, a distancias variables, que permiten medir el dentado de los sellos. Este instrumento es muy necesario, tanto como el catálogo, ya que existen emisiones del mismo valor pero con distinto dentado. El sistema de comprobación es por encaje recíproco y el número que corresponda con la coincidencia, será la medida de los dientes del sello. Normalmente el número de dientes oscila entre 10 y 14.

Fijasellos. Son los papelitos engomados por una sola cara que mediante un doblez sirven para fijar el sello al álbum. Resulta de suma importancia que sean de excelente calidad, no tanto el papel como la goma o adhesivo, pues si bien en los usados de poco valor el problema puede ser mínimo, en el caso de rarezas o de sellos nuevos con su goma original, el problema de cambiar de sitio el sello o simplemente arrancarlo, suele traer malas consecuencias. No obstante, el mejor sistema para conservar en perfecto estado las «joyas» de la colección, es la bolsa de celofán con respaldo de papel parafinado para que no se produzcan adherencias. Estas son las que se fijan en el libro o álbum. Y, finalmente, y en plan más económico, están ganando adictos las tiras de plástico o celofán transparente, recortables al tamaño del sello o de los sellos que se desee tener juntos.

Una recomendación: no emplee como fijasellos el papel engomado de las márgenes de los sellos cortados en tiras. Suele adherirse demasiado y puede descarnar el sello o llevarse parte de la substancia del papel, convirtiendo una pieza perfecta en un sello defectuoso. El catálogo. Se trata, como decíamos antes, de una publicación donde aparecen reseñados todos los sellos emitidos, o los de un país o una especialización concreta. Para empezar, es recomendable contar con un catálogo general. En España e Iberoamérica el más popular es el «Yvert et Tellier» francés. Una vez que la colección se vaya decantando hacia cualquiera de las ramas, será el momento de recurrir a los catálogos especializados. La información de los catálogos suele ir presentada del siguiente modo: en primer lugar y por orden alfabético el país, después el año de emisión y a continuación las características de la filigrana, perforaciones si es el caso, etc. A renglón seguido y en cuatro columnas, el número de clasificación del sello, su valor y color, su precio nuevo y su precio usado. Estos precios son orientativos, ya que a la hora de comprar o vender un sello, raramente se consigue el precio estipulado en el catálogo. Filigranoscopio. Se trata de un instrumento delicado y que requiere sumo cuidado a la hora de su utilización, si no se desea sufrir disgustos. Su utilidad no es otra que-hacer visible la filigrana cuando no es posible apreciarla al trasluz. Se trata de una cubeta de plástico o ebonita en algunos casos, totalmente negra, en la que se pone bencina rectificada y se sumerge el sello. La parte del grabado hacía abajo y la de la goma hacia arriba. Tras el baño, la filigrana aparecerá en el sello con total nitidez. En los casos de sellos nuevos con goma, la bencina empleada deberá ser mínima y se tendrá que dejar secar el sello sobre el filigranoscopio hasta que recobre su estado primitivo. Conviene dejar bien claro que la filigrana es uno de los elementos de reconocimiento de un sello. Identificándola bien, no existe error de clasificación. Sin embargo, hay que poner mucha atención antes de utilizar este sistema, porque hay sellos cuyos colores son solubles y este dato, si bien suele aparecer en los catálogos, no sucede en todos.

El álbum. El álbum es el tesoro de todo coleccionista. Desde los primeros hasta los más recientes, el fundamento es el mismo, únicamente varía el lujo, que lógicamente incide en el precio, pero lo fundamental es que sea de hojas intercambiables para poder añadir páginas allí donde sea necesario. Si es preciso comprar más de uno, se recomienda que sean de idéntico tamaño para poder traspasar hojas de uno a otro.

Los mejores son los de tapas automáticas, los llamados «Tim», que si bien son los más caros, a la larga compensa. Dentro del álbum los sellos deben clasificarse:

1. a por países, en orden alfabético.

2. B por orden cronológico.

3. e por fechas de emisión.

4. c de valor menor a mayor, dentro de cada emisión o serie.

5. e los sellos «raros», variedades, errores, etc., que se coleccionen aparte por su valor o especialidad.

EL SELLO

Una vez que hemos pasado revista a los diferentes instrumentos o ayudas y que ya está en condiciones de coleccionar, sólo le falta «la materia prima», los sellos, pero éstos deben reunir una serie de características, o mejor, existen unas reglas generales aceptadas por todos los coleccionistas.

La primera es que en la colección no debe aparecer ningún sello defectuoso a menos que se trate de una reliquia por su gran rareza. Para ello no deben tener manchas. No debe faltarles diente alguno a los dentados y los cuatro bordes blancos de los lisos deben estar completos. Cualquier sello sin alguna de las mencionadas condiciones pierde su valor hasta tal punto, que puede llegar a no valer nada. Es preferible tener una colección menos numerosa pero con sellos impecables a muy abultada con ejemplares desdentados, con el matasellos muy marcado o con el dorso descarnado por haberlos arrancado en seco de las cartas.

La marquilla

Consiste en un grabado qué el experto marca en el reverso de los sellos de cierto valor y que representa un certificado de garantía de autenticidad. Cada perito tiene la suya y a medida que el aficionado vaya progresando en su hobby irá reconociendo las más usuales.

El lavado de los sellos

Todo sello usado que no proceda de un comercio especializado o de otra colección, debe ser lavado para asegurarse que no quedan trazas del sobré en el dorso y que la posible suciedad desaparece. A continuación, daremos unas recomendaciones para lavar un sello sin que se produzcan errores fatales.

En un recipiente completamente limpio se vierte agua tibia algo salada. Se echan unos cuantos sellos —no muchos— y se dejan durante una hora. Una vez separado el sello del papel, y frotado el reverso para eliminar cualquier residuo de goma, se colocan entre dos hojas de papel secante blanco. Conviene poner algo de peso sobre la última capa de papel secante si es que se han lavado muchos. Pegarlos en el cristal de la ventana tampoco es mal sistema, ya que al secarse se caen solos. Así pues, si bien es cierto que hay muchos sellos en el mundo, se deben tener en cuenta las reglas de oro de un buen coleccionista avezado: rareza, antigüedad y color, con estas tres cualidades y el nivel de conservación mencionado, pronto será admirado por otros coleccionistas y, ni que decir tiene, que los gastos que su le proporciona los amortizará muy pronto y con un poco de suerte obtendrá beneficios.

Numismática

Desde que los griegos de Homero pesaban el oro y lo evaluaban en talentos (un talento era igual a un lingote de oro de 8,5 gramos que era el valor de un buey en las costas del mar Egeo), hasta nuestros días, la historia de la moneda ha superado todo tipo de vicisitudes y por tanto la numismática o ciencia que trata de la descripción e historia de las monedas y medallas, es una excelente herramienta para conocer la historia económica de los pueblos. Como ejemplos muy extremos, podríamos citar la Roma del siglo III de nuestra era, o la Alemania de 1920. Es decir, los momentos de crisis de un país coinciden con una mayor actividad acuñadora. Pero no nos fijemos en esos aspeaos solamente. Desde la óptica artística, gracias a la numismática se conocen en la actualidad desaparecidos monumentos de la antigüedad, efigies, mitos, etc. Es por tanto el hobby en el que se combinan, de forma más acusada, un elevado nivel cultural, un gran espíritu artístico y, por supuesto, un importante aspecto financiero. La calidad de inversión que este coleccionismo tiene, no puede ser más obvia a la vista de las acuñaciones en metales preciosos, que año tras año se efeaúan con motivos conmemorativos. Estas acuñaciones han substituido a las de monedas de curso legal, que ya apenas circulan en raros rincones de la Tierra, pero han circulado, y algunas debido a su escasez, rareza u otra peculiaridad, se cotizan muy bien. Es algo parecido a la filatelia; cada día es mayor el número de coleccionistas y el número de monedas en condiciones aceptables suele ser pequeño, La que aparece en óptimas condiciones tira de la cotización hacia arriba de forma espectacular, y anima a los aficionados a perseguir esas piezas codiciadas por Museos, Universidades u otras instituciones culturales.

Historia de la Numismática

El desarrollo más importante de la numismática se producé en los albores del siglo XVII, en el que se comenzaron a publicar tratados de iconografía y artes monetarias. Después, ya entrado el siglo XIX esos estudios se completan y amplían con otros sobre tipología, metrología, ponderales y dinerales, y aparecen las monografías sobre las grandes colecciones de monedas y medallas de una zona, de un país o de un continente y que, por supuesto, están en los grandes museos de París, Londres, Berlín, Nueva York, Viena, Madrid, etc.

Las primeras acuñaciones

Si bien antes se ha citado la Grecia de Homero, las primeras huellas de acuñación aparecen en Asia Menor y la India. En la Lidia de Creso (560-546 a.C.) se comienza a utilizar el oro y la plata en la acuñación de monedas y lo más destacable, el «oro blanco» es decir, la aleación de ambos metales preciosos. Las monedas eran* alargadas con grabados muy toscos, y su valor se establecía en función de la cantidad de oro o plata, que solía oscilar alrededor de los ochó gramos.

En la India las primeras monedas son de plata, cuadradas y con incisiones muy elementales en ambas caras. Después se comenzó a utilizar el cobre en formato cuadrado o redondo.

Pero es en Grecia donde las primeras monedas adquieren una belleza y unas calidades excepcionales; la gran mayoría tomó motivos del mundo animal para reproducir en sus caras: el águila de Zeus, la aveja de Efeso, el buho de Atenas, numerosos toros, palomas, etc. Con posterioridad, los anversos de las monedas que hasta el siglo II antes de C. habían sido de lo más escuetos en signos y, desde luego, sin inscripción alguna, comenzaron a llevar relieve y de este modo se extendió la moda de reproducir por una cara una deidad y por la otra el símbolo de la ciudad que acuñaba la moneda.

Esto es aplicable desde la India administrada por griegos, hasta el extremo occidental del Mediterráneo, también colonizado por ellos.

El presente

Hasta 1914 las monedas de casi todos los países solían ser de oro, plata y metales viles. El valor de los dos primeros se fijaba de acuerdo con el precio del mercado internacional, mientras que el de los otros metales, se proporcionaba convencionalmente y representaba un excelente negocio para los estados. Al desaparecer el respaldo oro empieza a florecer el papel moneda (los billetes), si bien sus antecedentes se remontan a Marco Polo y sus transacciones con China en el siglo XIII.

Medallística

La medallística ha jugado y juega un preponderante papel histórico por su capacidad de fijar en el tiempo acontecimientos de la más diversa índole; finales de guerras, proclamaciones de reyes o caudillos, exposiciones, etc. Sus orígenes hay que buscarlos en el Imperio Romano e incluso en la Atenas de cinco siglos antes de C, después se pierde tan noble costumbre durante la Edad Media y vuelve a resurgir en el Renacimiento de la mano de grandes artistas como Leoni o Cellini. Y en nuestros días, con la desaparición de las monedas acuñadas en metales preciosos, las medallas representan la expresión más noble del trabajo artístico en tales metales.

Los billetes

Los chinos del siglo VIII de nuestra era ya utilizaban papel moneda, impreso en papel hecho con corteza de morera y lacrado en rojo, y Marco Polo en sus viajes a aquel piáis en el siglo XIII lo emplea en sus transacciones con el Kublai Khan.

En nuestra civilización occidental, los primeros billetes fueron emitidos por el Banco de Estocolmo en 1661, pero su aceptación general no fue muy grande hasta finales del siglo XVIII. Buena prueba de ello son los innumerables recursos a los que se vieron obligados a recurrir los bancos, para que los ciudadanos «entrasen» en la circulación de una moneda tan fiduciaria como el papel. Para ello, y como ejemplo, tenemos el del Banco Nacional de San Carlos de Madrid, que estableció en 1795 un premio de 6.000 reales al escritor que con más brillantez demostrase la utilidad del papel moneda.

Pero no es hasta nuestro siglo cuando los avances en la impresión (los primeros billetes ingleses se extendían a mano y firmados con pluma, del puño del gobernador del banco emisor), en la tipografía, etc., hacen del papel moneda un verdadero arte en el que se combinan la belleza del diseño con otros elementos más prácticos, como las necesidades de seguridad contra falsificadores, la resistencia al uso, etc. Así pues, en la actualidad existe, como más tarde se comentará, una acusada tendencia a coleccionar billetes falsos, dado el gran atractivo que los falsificadores han encontrado en este campo. Hay auténticos especialistas en coleccionar los billetes más falsificados: los dólares, ya que desde el billete de un dólar, hasta los más raros de 10.000, se han realizado numerosas imitaciones, algunas muy apreciadas por los coleccionistas de rarezas. Igual puede decirse de los billetes portugueses de 500 escudos emitidos en Inglaterra en los años 20, o las libras esterlinas de 5,10,20 y 50, preparadas por los nazis para inundar el mercado financiero mundial en 1941 y que nunca llegaron a circular, pero cuyos raros ejemplares son piezas de museo.

Colecciones de Numismática

El coleccionismo de monedas comenzó siendo un hobby de la aristocracia por razones muy obvias, Los nobles del renacimiento se sintieron fascinados por las monedas griegas y romanas y comenzaron a coleccionarlas con tal furor, que no tardaron en aparecer piezas falsas imitadas con mayor o menor éxito, pero en definitiva que sembraron el desconcierto entre algunos coleccionistas poco documentados. Ya en el siglo XVII, los estudios y análisis sistematizados comenzaron a ser más frecuentes y la claridad y rigor aparecieron en la numismática por dos caminos; el primero a través de un más elevado control de las nuevas acuñaciones, y el segundo por un trabajo de reconstrucción históíica y limpieza de imitaciones muy grande. Y ya en nuestros días, la numismática es una ciencia y un arte consolidado, con grandes dificultades para el principiante ambicioso de grandes tesoros —cuya práctica totalidad se haya en los grandes museos—, pero cuyas posibilidades siguen intactas si su afán de búsqueda le lleva a trabajar la moneda antigua, bien como arqueólogo, bien como curioso, al que tales monedas pueden satisfacer sus necesidades de saber y de ocio.

SU COLECCION

Hay muchos caminos para llegar a la numismática, pero sólo uno de llevarla adelante con éxito: el estudio. Su colección puede iniciarse a partir de esas monedas que encontró perdidas en un cajón y que pertenecieron a su abuelo. Pocas, sucias pero con un interés latente. El descubrimiento puede producir o bien el efecto catalizador de lanzarle por el camino del coleccionismo numismático, o bien dejarle indiferente y que la caja de monedas permanezca en aquel lugar sin más. Ocupémonos de encauzar la primera opción hasta que se convierta en un hobby apasionante, tanto por las satisfacciones culturales como por las económicas. Para que esas pocas monedas sean el comienzo de una colección, lo primero que hay que hacer es clasificarlas científicamente. Para ello necesitará información, y ésta se puede adquirir por dos vías: documentación bibliográfica y documentación oral. De la primera ya nos ocuparemos, la segunda se adquiere en los mercadillos domingueros que existen en todas las ciudades, donde monedas, billetes y sellos se reúnen semana tras semana.

Allí acuden profesionales y aficionados, veteranos y nobe-les a intercambiar, comprar o simplemente charlar sobre sus colecciones, sus descubrimientos, etc. Es importante destacar la gran ayuda que puede ser, contar con la colaboración de un veterano, un experto con quién consultar dudas, con quien comentar los pasos a dar, la posible compra de una pieza o su misma autenticidad.



Estado de conservación

El estado de conservación de las monedas es uno de los aspectos capitales de la colección. En este sentido conviene apuntar los dos grandes grupos de monedas, sin circular o moneda circulada. El primer grupo representa la utopía numismática en lo que al pasado se refiere, porque ¿se imagina una moneda de hace dos mil años nueva? Es muy raro, muy difícil, pero posible, y de hecho hay casos y para acicate de coleccionistas se seguirán dando, aunque eso sí, de llegar al mercado los precios suelen ser desorbitados.

Las tres categorías de monedas sin circular son: de lujo, flor de cuño y excelente buena conservación. Cada una de ellas se diferencia de las otras por tan mínimos detalles que al profano le pasarían desapercibidos. Entre la moneda circulada también son tres las categorías diferenciales: muy buena conservación, buena conservación y regular conservación. Tanto en este apartado como en el anterior, se emplean siglas para su utilización en catálogos o trabajos de investigación. Y ni que decir tiene que también existen las monedas mal conservadas, bien por el desgaste natural (no conviene olvidar que la moneda se fabrica con un fin concreto, qué es su circulación), bien por golpes, arañazos u otras vicisitudes.

Limpieza

La conservación de una pieza no debe confundirse jamás con su limpieza. Una moneda puede estar sucia y perfectamente conservada y a la inversa, puede estar brillante, muy limpia y no estar en buen estado de conservación. Como norma fundamental no limpie las monedas, al menos no las limpie de momento a pesar de que le vamos a dar unas someras recomendaciones. Insistimos: las monedas no deben limpiarse a menos que sea un experto numismático el que se encargue de la operación, porque se puede lograr el efecto contrario al buscado y colaborar en la erosión de la pieza, con arañazos, etc. De cualquier forma, como guía informativa del modo de abordar los diferentes metales empleados en numismática, tenga en cuenta las siguientes recomendaciones: Oro. Sólo se necesita agua y jabón y un paño para su secado. Plata. Agua jabonosa a la que añadirá algunas gotas de amoníaco. No utilice bicarbonato y menos los algodones que venden ya preparados. Utilice cera para su conservación.

Bronce. Emplee un baño de agua y alcohol y un cepillo de fibra de vidrio.

Cobre. Baños de vinagre rebajado; seguidos de otros de aceite y secado al sol.



El catálogo

Al igual que en la filatelia, en numismática el catálogo es imprescindible para poder «trabajar» con rigor y ordenar las piezas que vayan llegando a sus manos. Existe tal variedad de catálogos que resulta imprescindible seleccionar aquel período o tema objeto de nuestra colección, para adquirir el catálogo especializado, con independencia de que se tenga uno general (usualmente tomos de más de dos mil páginas con tipos de letra que requieren el empleo de lupa). En todos ellos se dan precios orientativos —aspecto éste que no conviene olvidar para no sufrir decepciones—, que lógicamente variarán según el estado de conservación de lá pieza. En algunos catálogos, además, se emplean una serie de signos convencionales o siglas, para determinar la rareza o vulgaridad de la moneda en cuestión.


El àlbum

El abanico de posibilidades es tal, que una simple visita a cualquier comercio especializado servirá para satisfacer las necesidades más exigentes. De cualquier modo, dependerá del' tipo de monedas y de su ordenación, el modelo de catalogador que necesitará, en lo qué respecta a tamaño, tipo de hoja —siempre intercambiable— o protección. De cualquier modo las dos únicas normas de obligado cumplimiento son: que la moneda no sufra ningún tipo de abrasión, y que si éstas son de hierro o aluminio, materiales más frágiles y perecederos, no se guarde el álbum en lugares húmedos, porque nos podemos ver sorprendidos por el óxido, proceso que una vez iniciado es irreversible.

Valoracion final

Como ya se ha apuntado, la numismática requiere una serie de apoyos informativos y documentales, cuya procedencia no es otra que el resultado de la paciente investigación desarrollada por aficionados y profesionales y que ve la luz en congresos y conferencias. Pero a escala màs local, màs cercana al principiante, son numerosaslas Asociaciones y Clubes filatèlicos y numismàticos en los que se publican revistas y anuarios, se celebran charlas, y son el lugar ideal de reuniòn para iniciarse en tan tradicional hobby.

Resulta de suma importancia esta pertenencia a una Asociaciòn, donde encuentre personas con mayor grado de experiencia en la colección de monedas, para que sus primeros pasos vayan asesorados y le eviten experiencias amargas a la hora de adquirir algunas piezas; idéntico planteamiento se puede hacer a la hora de centrarse en un período de la historia, un reinado, una dinastía o un país. Porque es muy común en todo coleccionista, sus ganas de «correr», de dar pasos de gigante y sin embargo, sentirse desesperado con los estudios e investigaciones previos a la compra de cualquier moneda.

Todos sabemos que es necesario contar con el consejo del profesional, pero a veces por falta de experiencia de los dependientes o simplemente desinterés, el aficionado se encuentra con que ante el abanico de posibilidades, la única respuesta que encuentra es muy cara y sin garantías de queí poco tiempo después le satisfaga; el álbum con excelentes tapas, pero sin hojas intercambiables; la lupa con luz, pero sin los aumentos precisos, etc. Algunos de estos problemas se evitan conociendo experiencias ajenas, contrastando puntos de vista y éstos sólo se expresan con soltura y confianza entre «colegas». Que usted desconozca todas esas pequeñas triquiñuelas, sólo significa que ha empezado más tarde a desarrollar su hobby.

Antes de finalizar, una breve anotación sobre los coleccionistas de papel moneda, billetes, cuyo pasado, es menos remoto, pero cuyo futuro es mucho más prometedor. En este Campo los coleccionistas de billetes falsos son casi tan numerosos como los de billetes de curso legal. Una buena colección de billetes falsos de los cinco últimos lustros del siglo pasado, no tiene precio. Como anécdota simplemente, podemos resaltar que algunos billetes llevaban impresa la leyenda «pena de muerte al falsificador»; no obstante, era tal el volumen de billetes falsos en circulación que hubo talleres bancarios que entraron en crisis. En España, al igual que en muchas Repúblicas sudamericanas, el papel moneda se imprimía en Londres, por las mayores garantías en cuanto a filigranas, estampado, etc., que por su complejidad, dificultaba algo su falsificación. Así pues, infórmese detenidamente y comience su colección de monedas o billetes, pero tenga siempre presenté que la numismática es una ciencia muy desarrollada, y por tanto, un hobby en el que se pueden invertir sumas importantes de dinero, lo que por consecuencia le hará buscar la mayor cantidad de información, posible para que sus ahorros no sólo estén seguros, sitio que oportunamente le produzcan beneficios substanciales.

Cerámica

El arte de fabricar figurillas, vasijas u otros objetos de barro, porcelana y loza, se remonta a unos seis mil años antes de nuestra era, según descubrimientos hallados en Irán y en Palestina. En la prehistoria se utilizó inicialmente la arcilla en crudo, trabajada únicamente con las manos, para la elaboración de figurillas, como los bisontes en relieve encontrados. Con posterioridad, se comenzó a cocer la cerámica en hornos abiertos y de bajas temperaturas, con lo que las pastas solían ser muy bastas, porosas y por consecuencia permeables. Esto sigue sucediendo en la actualidad en algunos pueblos primitivos, que todavía no han alcanzado el vidriado. En este sentido, conviene señalar que la elaboración de cerámica, tanto entonces como ahora, es obra de pueblos sedentarios. En la prehistoria no hay cerámica en la época de los cazadores del paleolítico, es cuando ciertos pueblos se asientan y comienzan a cultivar la tierra, cuando aparece la cerámica. En la actualidad ocurre lo mismo, y por ejemplo, los pueblos nómadas de Australia y Malaca o los bosquimanos africanos, no elaboran cerámica alguna.

Las grandes ceramicas

La cerámica primitiva y la de las grandes culturas, se diferencian por las técnicas del horno cerrado y el uso del torno. Ambas aparecen en Egipto unos dos mil quinientos años antes de C. Desde allí pasan a Mesopotamia y Creta, de allí a Grecia, Roma y al resto de Europa. Otro aspecto profundamente diferenciador, es la técnica del vidriado, que aplicada a las superficies sirve para impermeabilizar las piezas, al tiempo que se obtienen bellos efectos decorativos. Los chinos, que ya conocían el uso de los vidriados a través de los persas, perfeccionaron su coloración y brillo, al tiempo que descubrieron la forma de elaborar una pasta blanca con la que hicieron maravillas: la porcelana. Por esta época, unos mil años antes de C, ya contaban con hornos para cocer piezas a temperaturas superiores a los 1.000° C. Y en ese eterno vaivén de la cultura, los árabes, a través de los persas transmitieron, vía España, los descubrimientos chinos a occidente. Así se extendieron las cerámicas policromadas de superficie brillante; el vidriado metálico aplicado después de pintado y cocido el vaso, lo que le da apariencia de oro o de bronce. Y no podemos finalizar esté breve repaso sin mencionar a los artistas de la antigüedad, que alcanzaron cotas de perfección similares a los chinos: los griegos, con sus primitivos adornos geométricos, la cerámica roja sobre fondo negro brillante, o a la inversa, las figuras negras sobre fondos rojos. Decoración realizada a base de tierras coloreadas, aplicadas sobre la pieza y en las que se dibujaba la figura con un punzón, por lo que aparecía el color rojo de debajo.

En Atenas, se produjeron los más variados y hermosos vasos y piezas que se pueda imaginar y cuyo destino, en cuanto a uso se refiere, se ignora en la mayoría de los casos.

La ceramica como hobby

Parece muy simple pero es cierto: lo primero que se necesita para modelar es arcilla. Para ello nada mejor que los paquetes de diferentes pesos que venden en las tiendas especializadas, los cuales, si bien están ya húmedos y por tanto a punto de ser usados, necesitan cierta preparación; un ligero amasado para obtener la consistencia adecuada La arcilla no puede estar muy húmeda y que se pegue a las manos o a la mesa de trabajo, ni tampoco muy dura en cuyo caso sería muy difícil de tornear. Así pues, el amasado y aplastado previo tiene una doble función: primero eliminar las posibles burbujas de aire y segundo conseguir el grado de humedad adecuada. Para ello, se emplea fundamentalmente el método del panadero, que consiste en amasar la arcilla como si se tratase de masa para hacer pan. Es decir, aplastando el terrón de arcilla hasta que se forma un pan alargado, entonces se doblan las puntas, se aplastan y se continúa amasando. Así hasta un total de veinte a veinticinco veces, que será cuando haya desaparecido el posible aire o burbujas del terrón. Una vez efectuado este trabajo, conviene guardar la arcilla en una bolsa de plástico para evitar que se reseque. Y como no conviene que transcurra mucho tiempo entre el amasado de la arcilla y su uso. ¡Adelante con el modelado!

El modelado de la Ceramica

Primera recomendación: a pesar de que haya efectuado el amasado con dedicación, el barro puede seguir teniendo alguna burbuja de aire; la mejor forma de comprobarlo es cortar la pella en lonchas con un alambre, cuerda de piano o hilo de cortar. Una vez efectuada la operación, se juntan con fuerza sobre la tabla y se vuelve a repetir, así se habrá asegurado su textura y homogeneidad.

Técnica de la bola

No se necesita más herramienta que las manos, quizá por eso sea la más antigua y la más sencilla de las artes. El objetivo a conseguir es crear una pieza a partir de una bola de barro. Bola que se va presionando con los dedos hasta conseguir el grosor buscado y la forma pensada. Se pueden producir algunas grietas a consecuencia del calor que transmiten las manos a la arcilla. Para superar este problema, conviene tener a mano una esponja con la que humedecer la pieza.


Técnica de churros

Tan antigua como la anterior, consiste en preparar unas tiras o churros de barro del grosor de un dedo, e irlos superponiendo unos encima de otros. Anteriormente se ha hecho una base cuyo perímetro nos dará la longitud de los churros, a menos que se desee trabajar en espiral, para lo cual obviamente, el rollo tiene que ser muy largo. Conviene evitar que coincidan las juntas en el mismo lado, lo que podría representar un punto débil en cuanto a consistencia se refiere. Según sea la forma que se quiera dar al vaso, así serán de largos los churros. Una vez lograda la forma, se eliminan las migajas exteriores e interiores de la pipa, bien con un listón de madera, bien con un cuadradillo metálico.

EL TORNO

Existen numerosos tipos de tornos de alfarero, pero en la actualidad y al nivel que nos estamos desenvolviendo, los más prácticos, por su volumen, precio y sencillez, son los eléctricos, que se pueden instalar en una habitación del hogar sin grandes requisitos de potencia.

El torneado de la Ceramica

Los comerciantes venden tierra especial para tornos ya preparada, no obstante, conviene trabajarla de la misma forma que explicábamos antes, cortarla y amasarla antes de usarse. La que no se precise, debe guardarse en bolsas de plástico. La operación con el torno no puede ser más sencilla y a la vez más difícil. Su explicación en consecuencia sería la siguiente:

1. Q Se prepara el terrón y se coloca sobre el plato del torno.

2. a Se centra el barro, dando fuerza con una mano y sujetando con la otra.

3. a Una vez centrado, con el pulgar de una mano se abre un agujero en el terrón, al tiempo que se sujeta con la otra mano.

4. a El agujero se va ensanchando con más dedos o con toda la mano. Con el pulgar de la mano contraria se controla el borde de la pieza que ya va tomando la forma deseada.

5. ° Manteniendo los dos pulgares en los bordes, se presiona con ambas manos para graduar la abertura, si bien antes se ha debido comenzar a sacar arcilla para ir dando forma al fondo. Durante esta operación la mano opuesta deberá permanecer en el borde.

6. a Para adelgazar las paredes y ganar en altura se emplean los dedos y la mano contraria a la que sujeta el vaso. Esta operación hay que hacerla con gran precisión, porque dependerá de la cantidad de barro la altura conseguida. Una vez terminado, se procede al perfilado por medio de una rasqueta común. Y ya tenemos listo un vaso recto.

A partir de este modelo básico se pueden obtener innumerables formas que no van a depender más que de nuestra imaginación.

Así pues, conseguir un jarrón a partir de un vaso recto, no consiste más que en aplicar con ambas manos la suficiente fuerza a la zona que será el cuello, sin perder un segundo el control de los bordes. Pasar la esponja, y queda listo para cortar por su base, con hilo o alambre muy fino, y dejar a secar.

Decoracion de la Ceramica

En primer lugar abordaremos la decoración sobre barro húmedo, en el que como puede resultar obvio lo más sencillo es dejar huellas de las manos o los dedos con los que se trabaja. Pero es muy frecuente por su sencillez, efectuar rayas onduladas, rectas, quebradas, etc. Algo más elaborado es la impresión en la arcilla de telas de saco, cuerdas, nudos, etc.

Cuando la arcilla se ha endurecido, tras unas 18 ó 20 horas de secado, depende del clima y de la calidad del barro, adquiere la textura del cuero y es el momento de efectuar incisiones que se pueden rellenar de esmalte. El satinado, es una forma sencilla pero muy efectiva, si lo que se busca es sobriedad. Esta operación se realiza cuando el barro está en el estado de dureza a que antes aludíamos y con cualquier objeto pulido.

Finalmente, existe la técnica del engobe, de mayor complejidad ya que consiste en colorear la arcilla a base de óxidos. Una vez secas tanto la arcilla como el engobe, se cuecen y a renglón seguido, se aplican los barnices transparentes para que de esta forma durante la segunda cocción «aparezca» el color.

Horno de Ceramica

Esta herramienta de trabajo es la que en definitiva proporcionará al barro su calidad última, su dureza definitiva. Por ello es imprescindible contar con uno. Aunque existen hornos de leña, el más antiguo de cuantos se conocen; de carbón, más empleado por industrias que por ceramistas artesanos o aficionados; o de fuel, que también es más adecuado para industrias, nos quedan los de gas y los eléctricos. Cualquiera de los dos, existen en versiones para aficionados y dependerá del combustible que más fácil le resulte disponer, en su zona de vivienda.

El horno eléctrico

Es el más cómodo de uso por varias razones, entre las que caben destacar limpieza, grados de automatismo conseguido, y seguridad. En principio no tienen la capacidad de «aventura» de los hornos de leña, en los que es necesario estar presente durante toda la cocción para atizarlos. El tiempo empleado es aproximadamente la mitad y una vez seleccionada la temperatura requerida, no queda nada por hacer, ya que van dotados de pirómetros sincronizados que desconectan el horno una vez alcanzada la temperatura máxima (entre los 1.000°C y los 1.300°C). También es posible, si así lo desea, operar alteraciones de temperatura acusadas.

Ahora, si bien a la hora de abordar el torno comentábamos, que no era necesaria una instalación eléctrica especial, desde el momento en que se piense instalar un horno, hay que recordar la necesidad de corriente trifásica y el grado de potencia requerido. No obstante, bien sea en su casa, bien en el taller, el horno es imprescindible y cuanto mejor sea, mejores resultados conseguirá en su cerámica No importa el tamaño, es preferible que sea pequeño y bueno, aunque tenga que cargarlo más veces, a grande pero malo.

Carga del horno

Una vez que la pieza está completamente seca, se procede a la primera cocción que debe realizarse muy lentamente, con sumo cuidado, pues cualquier subida brusca de temperatura puede romper las piezas o cuando menos agrietarlas. A esta cocción, se le llama bizcochada o «biscuit». Se consigue con ella que la arcilla obtenga mayor porosidad y consistencia. Al estar las piezas crudas hay que manejarlas evitando cualquier golpe, pero sin embargo, pueden estar unas en contacto con otras o incluso unas dentro de otras para ganar espacio en el horno.

Las temperaturas de bizcochado de los objetos comunes de cacharrería oscila, según el tipo de arcilla, entre los 800°C y los 900°C, pero para llegar a esta temperatura hay que atravesar dos fases muy bien diferenciadas. Una hasta los 350°C, etapa en la que se evapora el agua empleada, durante el modelado y una segunda a partir de los 400° C/ 450° C, en que comienza a evaporarse el agua existente entre las moléculas de la arcilla. Durante la primera fase, la temperatura debe aumentar paulatinamente para evitar evaporaciones muy bruscas. El resultado son los tiestos o macetas usados en jardinería. Es decir, una calidad basta y muy frágil. Pero en nuestro caso, si lo que hemos cocido son piezas con destino a barnizarlas o esmaltarlas, será necesario lijar cualquier aspereza, defecto o borde cortante, que haya quedado. Una vez retocadas se procede al barnizado que o bien se aplica por inmersión, o bien se hace por pulverización, y se procede a su colocación en el horno. La utilización del espacio en el horno durante esta segunda cocción es una de las artes que distinguen a los ceramistas. Como regla de oro, hay que tener en cuenta qué a mayor uniformidad de carga mejor cocción. Pero, ¿cómo se consigue esa uniformidad? No hay reglas escritas y tan sólo sirve la experiencia de muchas hornadas con un escrupuloso control de la carga. Que no esté muy lleno para que no se tuesten los esmaltes, pero tampoco que esté muy vacío porque entonces se producirán ciertas irregularidades en los esmaltes al enfriarse con brusquedad Conviene recordar que las piezas esmaltadas del tipo de los platos, tapaderas, etc., deben colocarse en trípodes de porcelana y con el cuidado de que no se toquen unas a otras y se peguen.

El taller de Ceramica

Indudablemente se necesita un taller para trabajar con cierto desahogo y donde se pueda almacenar barro, piezas, tener el torno y el horno, etc. Que esto sea posible dentro de casa o haya que buscarlo fuera, dependerá de las circunstancias de cada uno, pero vamos a enumerar una serie de mínimos imprescindibles, todos ellos al alcance del aficionado algo avanzado, porque suponemos que si bien las primeras experiencias con arcilla y modelado se pueden hacer en cualquier lugar de la casa y luego llevar a cocer a un horno, en el momento en que se aborde el barnizado, y la segunda cocción, empezará a requerir tiempos de horno sólo viables con la posesión de uno propio.

Así pues, la estancia que dedique a este trabajo deberá contar con agua corriente y buena ventilación. El suelo deberá ser de enlosado o de hormigón directamente, para que su limpieza sea algo sencillo. La distribución del espacio debe atenerse a los tres ejes de trabajo: la mesa, cuanto más solida mejor, de madera, mármol, etc., a ser posible situada en un lugar con luz natural, aunque la luz eléctrica permite trabajar a cualquier hora y bien orientada sin ningún tipo de sombras. El torno, que puede ser de pie o eléctrico; estos últimos son los más utilizados cada día por su menor tamaño. Debe ubicarse lo más cerca posible del punto de agua por su constante utilización. Y el horno, que no necesita un lugar especial, por lo que simplemente recordaremos la necesidad de una instalación trifásica en el local elegido.

Un aspecto sin embargo, muy a tener en cuenta, es dónde se va a esmaltar, aquí sí recomendaríamos que fuera en un rincón alicatado, para que las salpicaduras de barniz se puedan limpiar con facilidad y sobre todo, con buena ventilación.

La arcilla, como ya hemos dicho, se debe almacenar en bolsas de plástico, que también se pueden utilizar para guardar trabajos a medias, evitar que se ensucien piezas con el polvo, guardar productos, etc., por lo que es muy recomendable un buen stock de bolsas de plástico.

Las herramientas

Si bien ya hemos descrito lo fundamental de un taller o alfar y sabemos que las principales herramientas son nuestras manos, sin lugar a dudas existen una serie de utensilios que resultan imprescindibles.

El hilo para cortar puede ser desde una cuerda de piano hasta un sedal de pesca con dos trozos de madera a cada extremo. Las rasquetas, de madera o metálicas, se pueden fabricar con cualquier plancha de hierro o madera con cantos afilados. Su utilidad es obvia y su forma puede variar en función de nuestras necesidades. El canto puede ser liso o con hendiduras, estrías, etc., para adornar la pieza.

También necesitará esponjas, de las cuales existe gran variedad, y todo dependerá del fin que se les vaya a dar. Si son para tornear, entonces deberán ser redondas; pero para limpiar, cualquiera sirve y para recoger el barro del fondo del vaso, cualquier esponja de fibra. Los palillos de madera, son muy útiles para tornear a mano, por lo que deben tenerse de distintos tamaños y puntas según nuestras necesidades. La mejor madera es la de boj, pero se puede hacer de haya, roble, etc. Las gubias, (especie de formón), se emplean para desprender aditamentos innecesarios de barro, durante el torneado. Y ya, finalmente, trapos, algún cuchillo para cortar las planchas de arcilla y un rodillo de los empleados por los confiteros, que nos servirá para estirar la arcilla.

Los resultados

No podemos pensar que a las pocas semanas de comenzar a practicar el hobby se conseguirán resultados espectaculares, pero desde bien pronto, empezarán a surgir á nuestro alrededor objetos de lo más variados y con los más diversos grados de acabado. Es el momento de pararse a recapacitar y centrarse en una o dos especialidades. Así pues, si son jarrones, platos o ceniceros, intente perfeccionar su técnica, domine el modelado y la cocción. Pase después a esa difícil tarea del esmaltado y sólo cuando vea que controla todo el proceso con soltura, inicie la elaboración de otra pieza. Será entonces cuando ya sus amistades le hayan recomendado asistir a los diferentes concursos locales o nacionales de artes aplicadas, que suelen celebrarse periódicamente en casi todas las ciudades. De ahí a que le empiecen a solicitar piezas y por tanto a «comercializar» su arte, puede haber un paso muy pequeño. Tenga en cuenta que todos o casi todos los platos, jarrones, vasijas, etc., que se ven en los museos.como piezas de incalculable valor, en su día fueron objetos sencillos y de uso cotidiano, en consecuencia, ¿por qué no intentar hacerse su propia vajilla?

La Bodega

La idea de crearse su propia bodega puede en principio asustar a cualquier lector, ya que si bien puede que sea aficionado a comer con vino o a tomar un jerez de aperitivo, jamás se le había pasado por la imaginación la idea de tener su propia bodega en casa. El tema no es tan descabellado como puede parecer, y desde luego puede ser un hobby fascinante. Es cierto, que salvo en muy especiales circunstancias, no obtendrá beneficios directos de su afición, pero a poco que su interés se desarrolle, hará rentable su hobby en dos aspectos; por un lado economizará un buen dinero al elegir con sabiduría lo más adecuado a sus gustos, y por otro si llega a comprar botellas en cantidades superiores a las que consuma, año a año verá crecer los precios de los vinos que con tanto cariño ha saboreado y guarda en su bodega.

La cultura del vino, y por supuesto su consumo, ha estado asociada a lo largo de la historia a los poderosos, a la aristocracia de la sangre o de las finanzas, pero en nuestros días es posible superar esas barreras que antaño clasificaban de forma tan radical; los ricos podían beber en cualquier momento; los pobres se iban a la taberna o bar más cercano cuando tenían sed y el pequeño burgués compraba su botella para la ocasión señalada. En la actualidad no es necesario haber nacido en noble cuna para acceder al placer de diferenciar, elegir, paladear y degustar un buen caldo. Es suficiente conocer una serie de normas mínimas que sirven para cualquier país del mundo, cualquier edad y, sobre todo, para sin caer en el esnobismo de los «entendidos», familiarizarse con esa maravillosa combinación de la naturaleza y el talento humano: el vino.

De la uva a la copa

El vino es quizá una de las bebidas más antiguas de las que* se tiene registro histórico. De sus excelencias y particularidades está repleta la literatura y la crónica de todos los pueblos. En nuestro ámbito de civilización, judíos, griegos y romanos, cultivaron la vid, que los españoles llevaron después a América con gran éxito, hasta el punto de que en la actualidad los vinos de California y Argentina están considerados entre los primeros del mundo. Una simple mirada ai mapa de la viticultura nos muestra que se trata de un cultivo de países soleados. Los principales productores se encuentran en el área mediterránea y allí es donde se cultivan las más importantes variedades de uva que tras un proceso lento y depurado, que con mínimas variantes es el mismo en todas partes, proporciona esos fabulosos vinos de burdeos, riojas, borgoñas, frascatis, oportos...

Pero no es suficiente con el clima, la tierra y buenas vides. El arte de la vinificación, como cualquier otro, requiere excelentes tratamientos de la vendimia, de la fermentación y la posterior conservación y añejamiento del vino. Cuando todos esos pasos se han dado y la materia prima, la uva, era excelente, se dan esas cosechas que tan pocos afortunados llegan a probar, ya que inevitablemente se produce la ecuación insalvable: escasa producción, costosa elaboración y limitada distribución, igual a precio muy elevado. Pero no desespere y veamos los pasos para llegar a tener una buena «bodega doméstica» en la que dadas las tendencias del mercado, el vino adquirido hoy aumentará de valor mañana, siempre y cuando se mantenga en perfectas condiciones.

La instalacion de una bodega de vinos

Uno de los grandes éxitos de la Gran Bretaña en el control y comercio de vinos, siendo un país que no produce ningún caldo aceptable, ha sido la habilidad para conservarlos en las frías y húmedas bodegas de Londres y de Bristol principalmente. Allí, en silenciosas penumbras, el vino no sólo se ha mantenido en perfectas condiciones, sino que en algunos casos, cosechas importantes se han añejado en las centenarias pipas de roble allí almacenadas. Pero si bien ese ideal de bodega no suele estar al alcance de todos, sí puede que disponga de un sótano o una habitación poco afectada por el sol, ya que la temperatura debe ser lo más estable posible y más bien baja, entre doce y catorce grados centígrados está el ideal. Por supuesto los grados de tolerancia son mayores, pero lo que desde luego es muy perjudicial para cualquier caldo son las oscilaciones muy acusadas de una época a otra del año. Es infinitamente mejor superar los márgenes antes señalados por debajo que por arriba, por una sencilla explicación: el calor puede acelerar el envejecimiento de los vinos y en la mayoría de los casos se embastecen y pierden finura. La humedad si es excesiva, puede llegar a deteriorar el corcho de las botellas, pero para ello es realmente elevado el grado de humedad a que deberían estar expuestas. Lo que sí es absolutamente necesario, es que la habitación o cueva cuente con respiraderos y una ligera ventilación. Pero ¡ojo! la excesiva ventilación puede secar los corchos de las botellas y provocar una oxidación del vino completamente anómala. Es preferible pecar de humedad y falta de ventilación, en cuyo caso extremo, a los pocos años las botellas comenzarían a aparecer con esos mohos que tanta ilusión hacen a algunos degustadores avezados, y que sin embargo en lugar de ser garantía de una calidad añeja dado el venerable aspecto de la botella, el vino puede estar dañado.

La luz debe ser lo más escasa posible e indirecta. Jamás debe instalarse luminotecnia en la bodega como si de otra habitación más se tratase, y menos montar mesas, cocinas, etc., para utilizar la cámara a modo de lugar de reunión. El vino necesita oscuridad y tranquilidad. En este sentido, puede servirnos de anécdota la disposición dictada en la ciudad de Logroño en el siglo XVII, y que prohibía el paso de carruajes por la Rúa Vieja «en atención al mucho vino almacenado en las bodegas subterráneas, y a las vibraciones que con el paso de tales carruajes se originaban, estimadas como dañosas». Es decir, hace tres siglos que tenían muy claro la necesidad de cuidar los caldos con las atenciones que tan precioso líquido requiere. Pero como antes decíamos, no todo el mundo puede disponer de sótano para instalar allí su bodega, y en ese caso será necesario recurrir a la habitación o lugar de su casa, que reúna el mayor número de requisitos de los anteriormente apuntados. Será su sentido común el que le lleve a buscar el hueco de la escalera, ese aseo infra-utilizado con escobas y cajas de embalar vacías, etc., y en última instancia un rincón del cuarto trastero o un armario empotrado. Allí donde la temperatura sea más baja, haya menos luz y cierto grado de humedad, allí debemos instalar los botelleros.

El botellero puede ser de madera, de plástico, metálico o incluso para empezar le pueden servir las cajas de los propios vinos, las cuales con sus separaciones de cartón, permiten colocar las botellas horizontalmente y separadas unas de otras.

Para el que viva en pisos o apartamentos con calefacción central, y por tanto oscilaciones de temperatura muy acusadas, hay a la venta, en los comercios del ramo, una especie de armarios ya preparados para la colocación de botellas según los tres grandes grupos: tintos, blancos y cavas. Los mayores tienen una capacidad de almacenamiento de unas 300 botellas lo cual permite mantener un aceptable stock, aunque los hay para alojar un centenar.


LA ELECCION DE LOS PRIMEROS VINOS

Resulta difícil señalar caminos o apuntar opciones en algo tan personal como el gusto o la preferencia a la hora de seleccionar los caldos de su bodega Por un lado, existe tal cantidad de posibilidades, que solamente se puede llegar a concretar por medio de la reducción. Ya llegará el momento en que sus conocimientos teóricos, refrendados por la experiencia degustatoria, le irán dictando preferencias.

Por el momento acerqúese a los tintos y a los blancos, y deje los rosados para más adelante. Las calidades de los dos, primeros y su amplia difusión, los hace ser más apreciados y consumidos, y en ambos existe un mayor número de opciones, desde extra-secos a muy dulces. ¿De qué dependen estas calidades? Son tantos los factores que intervienen (clima, cepas, tierra, tiempo de fermentación, tipo dé envejecimiento, etc.), que resulta poco menos que imposible dictar normas universales, pero sí información general para que una vez comprada la botella y probado su contenido, éste se ajuste a sus espectativas.

Vinos Tintos

Se puede afirmar sin lugar a dudas que los mejores tintos proceden de Francia, bien sean burdeos, borgoñas o de la Cotes du Rhone. Las calidades ofrecidas a lo largo de los años, hace que algunas añadas sean míticas y hayan pasado a la literatura o la historia, por los banquetes o personajes que degustaron tales caldos. En la actualidad, se sigue manteniendo esa calidad y esa crianza en barrica y posteriormente en botella, donde algunos alcanzan edades considerables. No obstante, las necesidades de atender un mercado cada día mayor y otra serie de factores sociales, han empezado a popularizar los vinos jóvenes, vinos con tan sólo un par de años de crianza y que por sus características de ligereza, aroma y color, van bien con casi cualquier comida. Aquí entran en juego los vinos españoles de Valdepeñas y algunos de Rioja, los Chiantis italianos o los Daos portugueses. Y por supuesto los Mondavi california-nos.

Cada día es mayor la información que debe contener una etiqueta y aún así no se evitan ciertos fraudes, pero en líneas generales es vital la información sobre procedencia, cosechero, año, etc. Con ello se podrá hacer una idea aproximada de lo que le espera, pero antes de almacenar un buen número de botellas, descorche una, bébasela tranquilamente en una copa de globo, que le facilitará la concentración de aromas, y juzgue.

Vinos Blancos

Ya que tiene la copa en la mano, cambie de «tulipe», a un modelo de tamaño algo inferior á la del tinto y aprovechando que los blancos pueden ser degustados inmediatamente después del descorche, efectúe la prueba de ese blanco que Je han ofrecido y piensa incluir en su bodega. Si bien en este apartado los alemanes tienen fama por sus caldos del Rhin y del Mosela, no es posible pasar por alto que los franceses cuentan con esas maravillas que se dan en Anjou, o en Alsacia, o el legendario vino, ahora en decadencia, de los griegos, el malvas ía. Si en los tintos la variedad de sabores es grande, en los blancos es aún mayor, ya que difícilmente se encontrará un tinto muy dulce, mientras que entre los blancos el espectro recorre todos los escalones que van desde el extra-seco al muy dulce. Y codos ellos deben saborearse fríos, dependerá de su clase, ya que los espumosos dulces requieren menor temperatura que los secos. En cualquier caso lo que no se debe hacer nunca, sea espumoso o no, es servirlo helado, entre seis y nueve grados centígrados está la temperatura ideal para los blancos.

Cavas

El auténtico champán es el vino de uvas negras pinot noir, pinot meunier y chardonnay de la región de Champagne. En total son 12.000 hectáreas sometidas a una legislación muy severa en todo el proceso, lo que hacen de este vino el más universal y prestigioso. Pero precisamente por esas limitaciones, los vinos elaborados con el método champenoise son cada vez más populares y tanto españoles como italianos van a la cabeza en cuanto a producción y calidades. Algunas de estas producciones ganan mercados a pasos agigantados y será conveniente que a la hora de seleccionar su compra las tenga ea cuenta. Y no sólo para celebrar acontecimientos, sino para comer. Salude a sus invitados con el alegre ¡bum! de la botella de cava, no se deje intimidar por la exigencia social de descorchar el champán sin hacer ruido, lentamente, para que no se desprenda el ácido carbónico de golpe, sino que se vaya evaporando poco a poco. En ciertas cavas saludan a sus invitados de honor con el sonido de más de un centenar de botellas descorchadas a la vez, y los franceses, desde Dom Pérignon a nuestros días, han perfeccionado la fórmula.

El Jerez

Dos son las grandes familias de los vinos de Jerez; los Finos y los Olorosos, si bien podría llegarse a una tercera con los Dulces.

Entre los finos, tenemos los manzanillas; muy secos, ligeramente amargos y perfumados. Los amantillados; muy secos, alta graduación y color topacio, y los que dan su nombre a esta familia, los finos; secos, pálidos, poco perfumados y de aroma suave.

En otra gama, tenemos los olorosos, entre los que se encuentran los palos cortados; los mejores de la familia, color ámbar y aroma puro. Los olorosos; secos o algo abocados, de color oro viejo y aroma intenso, y los rayas; la familia pobre por su áspero sabor y aroma y menor brillantez.

Y para terminar, los dulces, como los Pedro Ximénez; color caoba, aroma frutoso y baja graduación, y los moscateles; de sabor menos dulce que el anterior, pero mayor graduación.

Los vinos de Jerez deben conservarse de pie, es decir lo contrario de lo que hemos venido diciendo con el resto de los vinos. El líquido conserva en la botella todas sus peculiaridades, pero no mejora y debe consumirse a lo sumo dentro de los dos años siguientes a su embotellado para que no pierda su frescor. Y, ¡atención! las botellas descorchadas y no terminadas, tienden a remontarse con lo que se oscurece el color y el sabor es más rancio

La etiqueta del vino

Una de las formas más elementales de «entender» de vinos a la hora de seleccionar su bodega, es por medio de una correcta lectura de la etiqueta, que todo vino a la venta en el mercado debe llevar.

Su interpretación no es siempre fácil y depende mucho del origen, seriedad del cosechero, embotellador o traficante. En cualquier caso, a pesar de los numerosos intentos de unificar criterios, todavía no es universal la información de las etiquetas y se prestan a múltiples errores, algunos de buena fe, otros intencionadamente. Uno de los ejemplos más burdos es el intento de pasar un vino de otra procedencia por el afamado y prestigiado a lo largo dé los siglos. El uso de las palabras Sherry por Jerez o Champán por Champagne, ambos casos protegidos por la ley, pero no por ello menos burlados, son muy obvios. En el primer caso los vitios procedentes de Chipre, Africa del Sur o Australia pueden confundir al poco avezado. En el segundo, los cavas italianos, españoles o norteamericanos, a pesar de que como ya hemos comentado, estén hechos con el método champegnoise, no deben confundirse con el genuino champagne.

Otro caso muy frecuente es el de las imitaciones de etiqueta cuando un vino tiene éxito o repercusiones comerciales muy altas; los vermuts italianos son imitados en sus etiquetas en numerosos lugares.

Una correcta lectura de la etiqueta debería decirnos si el vino ha sido embotellado por los criadores o si por el contrario lo ha sido por algún almacenista distribuidor. Situación muy frecuente con los vinos franceses y desdé; luego con cualquier vino en Inglaterra y EE.UU. De cualquier modo, aunque son muchas las exigencias que marcan los consejos de Denominación de Origen, lo cierto es que la única lectura exacta es la que se lleva a cabo contrastando el contenido de la botella con la información de la etiqueta, puesto que si bien cada país tiene legislación al respecto, el rigor con el que tales normas se hacen cumplir, varía mucho.

La compra de vinos

Como norma de oro tenga en cuenta que lo barato sale caro. En el caso del vino piense en todo el proceso que sigue hasta llegar a su mesa, y comprenderá que el precio sea elevado. Pero como lo que pagamos no es sólo vino, sino transporte, publicidad, comisiones y, sobre todo, impuestos a las haciendas del país productor o del país, importador, cuanto más barato sea el vino, más posibilidades hay de que el contenido de la botella sea cualquier cosa menos vino. Los consejos de Denominación de Origen han elaborado toda una serie de normas para protegerse, pero no siempre lo consiguen y por supuesto, siempre hay comerciantes avispados o sin escrúpulos a la hora de imitar etiquetas y nombres o directamente adulterar, mezclar y fabricar caldos destinados al consumo masivo. Desconfíe de las modas pasajeras impuestas por campañas de publicidad, mejor o peor llevadas, y asegúrese de que compra en lugares de confianza.

Que las ofertas suelen existir es algo muy evidente en los grandes superrnercados o almacenes, pero que esas ofertas sean realmente beneficiosas para su estómago, es algo más dudoso. Así pues, busque el asesoramiento profesional que ciertos clubes, asociaciones o entidades hosteleras proporcionan. Pruebe antes de adquirir cantidades y eso sí, recuerde que con la inflacción y la subida generalizada de los impuestos, lo más rentable, si le es posible, es comprar hoy y beber mañana.

La Bibliofilia

La afición a ios libros, especialmente a los raros o curiosos, es un hobby realmente limitado por unos condicionantes económicos tales, que poco menos ha pasado a ser empresa de entidades u organizaciones estatales, municipales, universitarias, etc. Sin embargo existe una diferencia, que no sólo es semántica, entre bibliófilo, aquél que estima los libros por su contenido y bibliómano aquél que simplemente los colecciona. En nuestros días y a nivel individual, consideramos más atractiva la primera acepción a pesar de que la segunda también pueda resultar fascinante.

El bibliófilo es un rebuscador natural y más que esconder en sus vitrinas con vistas a la especulación económica, goza enseñando sus conquistas y reuniendo cuanto aparece en el mercado sobre el tema de su especialidad, (ejemplos claros son las colecciones de libros griegos reunidos por Diego Hurtado de Mendoza y que hoy en día están en la biblioteca de El Escorial), Pero sin buscar incunables, que están catalogados en su práctica totalidad y forman parte del patrimonio artístico de los países, se puede iniciar la colección de libros, teniendo en cuenta que ya llegará el momento de poder dedicarse a las «joyas» por su belleza, su interés y su rareza, las tres notas que más podrían valorar un volumen.

Los principios de la Bibliofilia

En casi la mayoría de los casos,%l comienzo de una biblioteca que con el paso de los años llegará o no a estar especializada, en el tema objeto de la profesión de su dueño o materias diferentes pero muy queridas, es la infancia. En ese periodo de nuestras vidas, quedan nítidamente grabadas las líneas maestras de nuestro comportamiento futuro, y si durante esos años el amor por los libros ha sido inculcado con cariño y buenas orientaciones, el resultado será muy obvio, no sólo por ios inmediatos resultados académicos, sino por el deseo de conservar los libros, los tebeos, los recortes de revistas y en general todo el material impreso. De todos es conocida la tendencia infantil a coleccionar cuanto cae en sus manos. Pero como todo, requiere un esfuerzo y ciertas orientaciones, en este caso de los mayores.

Hace años estas consideraciones hubieran resultado inoperantes, pero hoy es perfectamente posible ir haciendo una biblioteca desde muy niño. La edición de libros infantiles y juveniles coleccionabies, es una realidad en cualquier país. El fomento de esta actividad, se ve reforzado por la necesidad académica de superar unos estudios mínimos cada vez más avanzados y si bien algunos, pesimistas piensan que la cultura de la imagen eliminará a la impresa, lo cierto es que se complementan. |


LAJUVENTUD

En esta etapa de la vida los gustos van siendo más definidos y las aficiones más concretas. Los que hayan sido «cazados» por el síndrome de la lectura, no sólo emplearán los libros de texto necesarios, sino que irán almacenando los primeros volúmenes policiacos, de ciencia-ficción, sobre ecología, etc., y en el caso de contar con una biblioteca en casa, empezarán a inspeccionarla. No obstante, está comprobado que es necesario demostrar sus preferencias y sus gustos, por lo que el joven tendrá su propia biblioteca en su habitación, a veces duplicará títulos, en ocasiones los libros de estas estanterías parecerán un cóctel de estilos y temas: no importa, es necesario avanzar, y sólo en contadas ocasiones la trayectoria es recta. Por lo general son tantas las influencias, los focos de interés a los que atender, las lecturas necesarias y tan escaso el dinero, que sólo Se puede conseguir una muestra de cada materia, de cada género. Ése suele ser el momento en que se están fraguando los cimientos de una biblioteca, de la afición por los libros.

LA MADUREZ

La profesión hace que los libros sean una herramienta de trabajo, o ese remanso de paz y distanciamiento necesario de las preocupaciones cotidianas. Así pues, bien sea por necesidades laborales de adquirir libros de consulta, textos actualizados, ensayos sobre materias complementarias a la profesión, o cualquier otra circunstancia, la biblioteca del profesional se va ampliando sola. Pero es fuera de este ámbito donde suelen darse las bibliotecas especializadas más espectaculares y los caprichos más y más rebuscados, t La especialización suele ser un camino fructífero y libre de las tiranías de la moda. Ya que si bien es posible agotar el tema o campo elegido en cuanto a ediciones actuales, siempre queda la posibilidad de entrar en la búsqueda de ediciones raras, momento éste en el que ya será necesario recurrir a toda una serie de trabajos bibliográficos y consultas a manuales especializados, ya que se puede decir sin temor a error, que existe bibliografía sobre todas las materias, pero muy dispersa, poco clara y desde luego incompleta. Quizá estas lagunas sean un aliciente más a la hora de buscar «joyas».

¿LIBROS NUEVOS O LIBROS VIEJOS?

El planteamiento de este interrogante puede parecer absurdo, ya que desde el momento en que suponemos que una biblioteca, no es una disculpa para rellenar unos metros de pared con bellos tomos intercalados de figuritas y cerámicas, sino el resultado de un constante esfuerzo por reunir esos libros útiles, amenos, llenos de recuerdos, etc., no puede haber controversia entre nuevo y viejo, sino todo lo contrario. Ese libro que ha pasado de mano en mano a lo largo de años y conserva sus calidades, es forzosamente una joya de papel y de encuademación. Quizá en ese momento entren en juego otros valores que los puramente contenidos en el libro. ¿A quién ha pertenecido? ¿Es una primera edición? ¿Está dedicado por el autor? Todos esos factores inciden a la hora de valorar el volumen y a la hora de prestigiar una biblioteca. Pero ¿dónde se encuentran esas joyas? Es realmente difícil en un mundo tan «informado» como el que nos ha tocado vivir, pero siempre surgen las sorpresas si se es un buscador ávido. Para ello es necesario estar en permanente estado de alerta y no sólo recorrer los diferentes puntos de venta de libros de segunda mano, las librerías de lance, o los puestos callejeros, que en casi todas las ciudades suelen existir. Es necesario estar atento a las testamentarías, a las «limpiezas» de algunas casas en las que hay tanto papel y libros viejos, dormidos en el olvido y que nadie quiere, ni apenas sabe de su existencia, como a menudo sucede en zonas rurales. Por conductos más ortodoxos, se pueden adquirir en subastas o ventas directas de libreros especializados, si bien a precios realmente elevados. Un buen consejo puede ser la búsqueda de libros que no estén de moda ¡algún día lo estarán! mientras, los precios son más razonables y su adquisición menos competitiva.

CLASIFICACION

A la hora de ordenar sus libros en la biblioteca, es muy lógico que se le planteen dudas y, en muchas ocasiones, esas dudas son permanentes y su biblioteca no tiene más orden que él de llegada de los libros a las estanterías, separados por tipos de encuademación, tamaños, etc., pero existen sistemas muy desarrollados de clasificar los libros. A título de ejemplo, citaremos algunos que si bien sólo tendrían sentido en grandes bibliotecas, sí le podrán servir de orientación para organizarse el suyo propio. Según la altura, caso en el que se distinguen tres formatos: folio cuadrado, folio doble y folio. Que a su vez se pueden subdividir en muy pequeños.

Alfabética, método que los agrupa según índices alfabéticos de títulos o autores.

Metódica, sistema que agrupa las obras por materias. Y quizá la más profesional de todas: la clasificación decimal que se adoptó oficialmente por primera vez en una Conferencia internacional de bibliógrafos, celebrada en Bruselas en 1895, y según la cual los conocimientos humanos están clasificados en diez clases, que se subdividen,a su vez en decenas, y así sucesivamente. El orden es el siguiente 0, obras generales; 1, filosofía; 2, religión, teología; 3, ciencias sociales y derecho; 4, filología, lingüística; 5, ciencias matemáticas y naturales; 6, ciencias aplicadas, tecnología; 7, bellas artes; 8, literatura; 9, geografía e historia. Estos diez grandes apartados se subdividen en otros diez, de forma que si tenemos el 7 para bellas artes, añadiendo del 0 al 9 tendríamos, por ejemplo, 70, generalidades (sobre bellas artes); 71, paisajes y jardines; 72, arquitectura; 73, escultura, numismática; 74, dibujo, decoración, etc., que a su vez se vuelven a dividir en diez. Para un total conocimiento de las clasificaciones adoptadas, la Oficina Internacional de bibliografía de Bruselas edita un catálogo con todas las clasificaciones.

LA ENCUADERNACION

Su objeto fundamental es proteger un libro, pero a partir del renacimiento toma el nombre de encuademación de arte por la combinación de los recursos del oficio, con el arte ornamental que los diseñadores despliegan Si bien en la edad media se encuadernó con tablas de madera recubiertas de cuero, las encuademaciones bizantinas están enriquecidas con tallas de marfil, piedras preciosas, metales y esmaltes y en España destaca el tipo de encuademación mudejar, con abundante ornamentación en relieve con fondos punteados en oro. A lo largo del renacimiento los grandes pintores, arquitectos y artistas en general, tanto italianos como franceses, colaboraron con su sabiduría en el arte de encuadernar las bibliotecas de príncipes, nobles y cortesanos. Desde aquella época a nuestros días, la encuademación no ha perdido ocasión de mostrar sus adelantos, consecuciones artísticas y la calidad de ejemplar único que algunos libros adquieren al ser encuadernados.

La encuadernación a mano

En nuestros días la encuademación a mano ha pasado a ser una artesanía muy preciada, pero también un hobby muy útil y rentable, tanto por la economía que representa poder encuadernarse en casa los folletos y fascículos que cada día invaden más nuestro hogar, como por poder llegar a proteger un libro en rústica —cuando va encuadernado con una simple tapa de papel y cosido o pegado—, con unas cubiertas personalizadas.

En términos generales, la operación de encuadernar consiste en cortarle los hilos a la costura o despegar la cubierta, que frecuentemente se suele incluir en el libro encuadernado. Eso ya depende del gusto de cada uno. Después, tras haber ordenado perfectamente las páginas, se colocan unas guardas blancas pegadas al primero y último pliego. A continuación se .efectúa el cosido en telar y se encola el lomo para seguidamente redondearlo «enlomado». Se anudan los hilos de las costuras a las tapas, se mete en prensa el volumen y se igualan cortes. El acabado consiste en la aplicación del forro, la ornamentación y el encolado de las guardas de fantasía. A «grosso modo» así se encuaderna, pero si pretendemos hacerlo en nuestra casa, como «hobby» con el que no sólo tratamos de mejorar el aspecto exterior de un libro o de una serie de revistas sueltas, sino que además de personalizarlo, estamos alcanzando el objetivo capital de un bibliófilo: conservar sus tomos en perfecto estado, entonces el sistema a seguir es distinto. Si bien existen libros especializados en el arte de la encuademación, daremos un sucinto paso a paso para encuadernar en casa.

Material necesario

Para encuadernar un libro necesitará: un bastidor de madera; agujas; hilos y dedal (para los papales muy gruesos); cola blanca de carpintero; papel adhesivo; una brocha para encolar; dos gatos de carpintero; chinchetas; tijeras; destornillador y dos tablas de madera.

Cómo encuadernar

Se comienza por sujetar al bastidor dos, tres o cuatro cintas a igual distancia entre ellas, conviene que sobre cinta en la base del bastidor. Se empieza por la anteportada, después se cose la portada del libro o fascículo y a renglón seguido todas las páginas hasta que queden unidas entre si, teniendo muy en cuenta el orden y el sentido de las páginas hasta llegar a la segunda anteportada o guarda Una vez cosidas todas las páginas y las portadas, se utiliza otra tabla para formar una prensa, que sujete con dos tornillos de carpintero y permita, el encolado del lomo. Cuando esté seca la cola, se cortan las cintas y se pegan las puntas sobrantes a las dos anteportadas. A continuación se coloca sobre el lomo el papel adhesivo, lo que sobre se dobla a lo largo del lomo sobre las anteportadas, y se vuelve a colocar en la prensa. La operación final es el plegado de las cubiertas. Esto se realiza encolando toda la superficie de la anteportada sobre la que se coloca una de las dos cubiertas. Seguidamente se procede de igual modo con la otra cubierta y se mete en la prensa de nuevo. En veinticuatro horas el volumen estará listo para lucirse en sus estanterías.

EX LIBRIS

Su significado literal es entre los libros de, y se trata de un grabado, viñeta o sello que se marca, pega o estampilla, en el anverso de la tapa de los libros o la primera página, y en la que va detallado o bien el nombre del bibliófilo o un dibujo alegórico, su escudo de armas o una combinación de todo ello. Comenzaron a utilizarse en la Alemania de 1450; poco después, Alberto Durero conseguiría grabados al aguafuerte de calidades excepcionales. Posteriormente el uso de «ex libris» se extendió a Francia, Inglaterra, Italia, España, etc., para singularizar bibliotecas de prestigio, y existen auténticas maravillas tanto por el primor del trabajo realizado, como por los destinatarios del «ex libris». Entre los primeros se pueden destacar los trabajos efectuados por Toulouse-Lautrec, Manet, Pissarro y entre los destinatarios de estos preciosos trabajos, las bibliotecas de Víctor Hugo, de los Goncourt, de George Washington, etc. ?,

Comenzaron a coleccionarse por separado hacia finales del siglo XIX y hasta la I Guerra Mundial contó con buen número de aficionados. Con posterioridad se ha perdido la afición, al tiempo que ha caído en desuso y por consecuencia apenas hay grandes artistas que preparen grabados o dibujos para los «ex libris». No obstante, tanto los libros antiguos dedicados al tema, como los escasos ejemplares sueltos que hay en circulación, se pagan muy bien Las colecciones más importantes del mundo se encuentran en el Museo Británico de Londres y en la universidad norteamericana de Yale.

El futuro de la Bibliofilia

Obviamente podría resultar pedante cualquier intento por predecir el futuro, pero quizá la marcha de los acontecimientos y la velocidad de los cambios tecnológicos, nos haga más audaces a la hora de escudriñar el futuro de la bibliofilia, tanto de libros nuevos como viejos. Así pues, en momentos en los que la electrónica acerca a nuestros hogares el videotexto, el videolibro y otras novedades por llegar, es cuando mayor número de tiradas alcanzan algunas editoriales, mayor número de socios cuentan algunos -clubes de libros y mayor esfuerzo se hace por abarcar todas las edades y niveles de lectura, desde las fantásticas historias dibujadas para niños y mayores, hasta la divulgación cultural a través de los fascículos coleccionables semanales. En este campo existe de todo publicado. Desde las más complejas historias del Arte, del Cine o de'las Guerras, hasta manuales para conservar el automóvil, la casa, el hogar, etc

En resumen, el amor por los libros que le llevará a la bibliofilia, no sólo le resultará un hobby fascinante, sino práctico en lo que se refiere a libros de consulta, estudios, etc. Decorativo, porque difícilmente habrá algún elemento del hogar más bello, que las estanterías de una biblioteca llena de volúmenes bien encuadernados. Rentable, porque los libros, al igual que otros valores, pero sin grandes inversiones, se revalorizan con el tiempo, más si en nuestras «cacerías» por las librerías de ocasión nos hemos topado con alguna maravilla, o poco a poco hemos reunido una importante colección temática. Aunque quizá el aspecto más importante sea el caudal de conocimientos, el enriquecimiento de nuestra cultura en todas sus variantes: práctica, imaginativa, formativa, etc., y en definitiva, que más podemos decirle, si ya al estar leyendo este libro es usted un poco bibliófilo.

El Estampado

La estampación es un hobby que por su sencillez y brillantes resultados le puede resultar atractivo, no sólo como vía para desarrollar su capacidad artesanal, sino como complemento de otras técnicas de expresión artística; pintura, diseño, etc.

La técnica de la, estampación tiene aplicaciones universales, tanto en la creación de obras de arte como industrial-mente y, por tanto, es de uso muy frecuente para los más diversos fines. Sin embargo, nosotros nos centraremos en los aspectos menos mecanizados del estampado, y veremos sus múltiples aplicaciones en el diseño y la decoración artesanal.

La impresión se consigue sencillamente con la presión de un molde entintado sobre la superficie de cualquier-jnate-rial, ya sea papel, tela, madera, etc., pero lógicamente, se necesita práctica y unos mínimos conocimientos sobre el tema, para conseguir resultados óptimos. Hoy en día, gracias al desarrollo de las técnicas de teñido y de las tintas que se utilizan, podemos sin grandes esfuerzos dominar esta antigua técnica y estampar cualquier diseño sin grandes problemas. Nos ocuparemos de tres sistemas al alcance del aficionado y que no requieren grandes complicaciones. La estampación directa, el estarcido y la serigrafia.

Antes de pasar a las diferentes técnicas de estampación, hablaremos de las distintas clases de pinturas, tintes y tintas que podemos utilizar, para conseguir los mejores resultados.


Pinturas

Son las más apropiadas para papel, y tanto las que se fabrican en polvo como las acuarelas, generalmente se diluyen en agua, aunque también pueden utilizarse sin diluir y aplicarse al molde con un cepillo de cerdas duras o con una esponja. Pero habrá de tener en cuenta que se secan rápidamente, y pueden quedar adheridas a la plancha, por lo que siempre es conveniente, diluirlas un poco. Recuerde que estas pinturas no son lavables, por lo que deberá aplicarse una capa de barniz sobre la impresión, para impermeabilizarlas.


Timas

Las pinturas se pueden utilizar para papel y para tela. Lea las instrucciones del fabricante, que posiblemente le aconsejará diluirlas con un poco de alcohol. Las tintas deben aplicarse al molde o plancha con un rodillo de lino. £1 mejor sistema para su utilización, es verter un poco de tinta sobre una superficie no porosa, por ejemplo un cristal, y a continuación pasar el rodillo sobre la superficie varias veces y en distintas direcciones hasta que el rodillo tenga la misma tintura por todas partes. A continuación se aplica al molde o plancha. Si desea mezclar colores, ponga un poco de cada color en el borde del cristal, y luego extiéndalos con el rodillo, no los mezcle todos al mismo tiempo.


Tintes

Los tintes se utilizan tanto para tejidos como para piel o ante, los hay de diferentes calidades y algunos son especiales para calzado o ante e incluso para algún tipo de tela, como por ejemplo, la seda. Cerciórese de que el que va a utilizar es el apropiado, y en cualquier caso, haga una prueba en un trozo del tejido que vaya a estampar. Estos tintes son lavables, siempre y cuando fije la impresión: cubra la estampación con un paño limpio, y pase la plancha caliente sobre la misma.

Estampacion directa

Nos ocuparemos de ella en primer lugar por ser la más simple de las tres, ya que no requiere tallar nada ni cortar ningún cliché, sino simplemente utilizar como molde el objeto cuya imagen vayamos a estampar. El ejemplo más común, más sencillo y de efectos más atractivos para el principiante, son las hojas de los árboles, aunque también pueden servir como moldes las frutas. El procedimiento es el siguiente: se aplica a la hoja en cuestión, cuanto más plana y de formas más irregulares mejor, pintura sobre uno de los lados y se deposita sobre el tejido a estampar; se cubre con un papel sobre el que se ejerce una presión fuerte, con las manos, por ejemplo. Al*poco rato se retira la hoja, se deja secar la estampación y para que se fijen los colores y pueda lavar la tela, plánchela. Para ello nada mejor que cubrir la tela estampada con un trapo bien limpio y pasar la plancha a la temperatura que el tejido base requiera. De este modo el tinte quedará fijo. En este caso hemos operado, como prueba, sobre un trozo de tejido, pero si la superficie es mayor y el motivo se repite, él procedimiento es el mismo. Si desea que las hojas sean de distintos tonos, no tiene más que repetir el procedimiento con cuantas hojas haya pintado con diferentes colores. En el caso de frutas, verduras, etc., deberá proceder a cortarlas por la mitad en el sentido que mejor se reconozca la forma del pimiento, la cebolla, la manzana, etc., que vaya a estampar. Seque bien la superficie dura y tras aplicarle el tinte, utilícelas como molde. En este caso es más problemático conseguir diseños nítidos, pero la práctica sobre trozos de tela le llevará a dominar la técnica. Una recomendación importante es seguir las instrucciones del fabricante de los tintes, ya que si bien existen prácticamente universales, los hay que no se pueden aplicar en algunos tipos de tejido.

La estampación en relieve es una variante del método antes descrito, el procedimiento a seguir es el siguiente: el papel o el tejido a estampar deben colocarse sobre una superficie firme, pero que pueda ceder bajo la presión, como puede ser un montón de periódicos o revistas. Proteja el material a estampar de la tinta de los periódicos con un trapo blanco bien limpio. Entinte la superficie del molde con pincel o esponja y presione con fuerza el molde sobre la tela o cartulina. Cada nueva impresión debe entintar el molde. En el caso de impresión sobre telas, es recomendable lavar el tejido para que éste pierda su apresto. Y para fijar los colores al igual que ep el otro caso, planche la tela. Si la base sobre la que esté estampando es madera, utilice una pintura acrílica. La piel y el ante requieren tintes especiales para cada caso, que están a la venta en los establecimientos especializados.

Los moldes a emplear son múltiples y usted mismo podrá ir descubriendo los suyos propios, o los que más resultado le den según avance en la práctica de la estampación. Los más comunes son los de corcho, madera, patatas, gomas de borrar, pero quiza el mejor sea el fieltro. Los moldes de fieltro superan a cualquier otro tipo de plancha por la posibilidad de cortarse y realizar dibujos de lo más complicados, caso que en los materiales antes apuntados no siempre es posible y en ningún caso fácil. £1 procedimiento para emplear moldes de fieltro no puede ser más sencillo. £1 dibujo elegido se realiza sobre papel y se recorta con una tijeras. El recortable se sujeta a un trozo de fieltro que tenga por lo menos dos milímetros de espesor y se vuelve a cortar siguiendo la pauta del dibujo en el papel. El motivo ya cortado en fieltro se pega a un cartón cuadrado y que sea algo más grueso que el fieltro y, por supuesto, de mayor tamaño. Ya tiene el molde en relieve listo para ser entintado, bien con pincel, bien con esponja. Después proceda como se ha descrito anteriormente; presione la plancha sobre el tejido a estampar, la cartulina o madera. En este último caso, recuerde la necesidad de aplicar una mano de cera o dos capas de barniz para que el acabado de la estampación resulte excelente.

EL ESTAÉODO

La definición de estarcir es estampar dibujos pasando una brocha o pincel por una chapa o cartulina en la que se han recortado los dibujos a estampar. Es decir, las zonas que no se desea imprimir quedan tapadas, y los motivos o dibujos recortados al dejar pasar la tinta o pintura, quedan estarcidos sobre la superficie elegida para imprimir, ya sea madera, fieltro, etc. Las tintas y pinturas a emplear son idénticas que en el caso de la estampación directa, aunque en algunos casos (sobre papel), se pueden emplear pinturas corrientes. Si en el fieltro se empleaban las tijeras para recortar, en el estarcido es necesario utilizar cuchillas o escalpelos, que tienen la hoja muy fina y puntiaguda y uno o dos cortes. Si emplea cartulina muy gruesa, le durará más, pero, las dificultades de corte serán muy superiores, sobre todo en las líneas curvas, los círculos, etc. En las rectas, ayúdese de reglas o cuadradillos. Pero atención, que en esta operación es cuando mayor número de accidentes se producen en un hobby tan poco peligroso y apacible. ¡Ojo! a los dedos y a la trayectoria de la cuchilla en su deslizarse junto a la regla.

La aplicación del color se realiza con pinceles planos para estarcido o con esponjas, pero antes deberá haber elegido el diseño y haberlo dibujado en papel y transferido, bien a cartulina, bien a papel especial de estarcido. Para ello sombree el revés del diseño con un lapicero y colóquelo sobre el papel al que vaya a transferirlo. Una vez sujeto repase las líneas del contorno y la silueta del dibujo quedará marcada, el resto ha quedado explicado. En la actualidad el papel de estarcir ha substituido al estaño y por supuesto la chapa metálica, materiales con los .que se ha trabajado mucho por la posibilidad de volver a utilizar los diseños, tantas veces como se desease. El papel especial para estarcir, de venta en cualquier tienda de material de dibujo y pintura, también se puede volver a usar. No obstante, para iniciarse le recomendaríamos que emplease cartulinas o papeles no grasos, que son más manejables y desde luego más económicos.

ESTAMPACION EN SERIGRAFIA

La serigrafía es un procedimiento de impresión mediante una pantalla o tamiz y tiene gran semejanza con el sistema del estarcido. El tema que se quiere reproducir hay que dibujarlo en la pantalla de tela metálica, alambre de acero inoxidable, o seda y que forma una malla muy fina. Las mallas que ocupen el dibujo se dejan libres y las restantes, ó sea la zona que no se va a imprimir, se ciegan con una disolución de cola o con papel, bien de periódicos, bien uno especial* méate preparado para tales operaciones. Una vez preparada la pantalla se aplica sobre el material en que se va a imprimir; papel, tela, madera, metal, etc. y, con una raedera, especie de espátula de goma, se extiende una emulsión de tirita espesa. Si la tinta es especial para serigrafía, será necesario diluirla un poco en alcohol para ' que alcance una consistencia cremosa. Si utiliza tinte en pasta, haga una línea de lado a lado de la parte superior del bastidor y con la raedera arrastre el tinte hacia usted de forma que pase por toda la pantalla. En el caso de que el método de preparación de la pantalla no sea con cola y la obturación de las mallas se realice con tiras de papel recortadas y pegadas a la trama, será cuando encuentre grandes similitudes con el estarcido. Cuando emplee este sistema con motivos repetidos, conviene tener en cuenta que tras la estampación es necesario dejar un lapso de tiempo de por lo menos un minuto hasta efectuar la siguiente, y no olvide tapar la impresión recién hecha con un, papel, para que la tinta no se corra sobre la pantalla y le impida hacer las sucesivas. En el caso de estampado sobre papel, será suficiente con colgarlos para que se sequen, pero en el caso de tejidos, recuerde que una vez secos es necesario fijarlos por medio del planchado a la temperatura que sea adecuada para el tejido.

RECOMENDACIONES GENERALES

A continuación daremos una serie de consejos o recomendaciones de aplicación general, tanto para el color como para las superficies. Para trabajar sobre papel lo más recomendable son las pinturas solubles en agua, sean acuarelas o colores en polvo, aunque también son recomendables las tintas con base de aceite, si bien diluidas con alcohol.

Para las telas existen tintes universales y tintes especializados, en diversas calidades, como por ejemplo para la seda. La serigrafía sobre tejidos requiere tinta en pasta. La madera se estampa con pintura acrílica salvo en el caso de la impresión por serigrafía, que se hace con tinta para pantalla en pasta. La piel se estampa con tintes para el calzado. En el estarcido van con anilina y para el delicado ante existen unos tintes especiales.

La limpieza de los instrumentos no requiere más que agua o alcohol, según sea la pintura utilizada. En el caso de la serigrafía es imprescindible que una vez acabada la estampación se limpie la pantalla para eliminar las tintas o la cola. Proceda con una espátula corriente y use agua o alcohol.

Los Resultados

Como se decía al principio, las superficies sobre las que se puede estampar son muy variadas y las ilustraciones que acompañan este trabajo son buena prueba de ello. Desde los mantelillos para bandejas hasta el papel personalizado por medio de la serigrafía casera, las opciones son múltiples y diversas. Comience con paciencia y haga numerosas pruebas sobre papel, telas blancas de poco valor y una vez comprobado que la tinta o las pinturas no se le corren, que los estampados tienen la misma calidad, ' etc., entonces será el momento de poner en práctica sus conocimientos sobre cartulinas o telas. En el caso de las primeras, evite las satinadas porque le podría resbalar el molde y estropear el diseño, en el segundo caso resulta más complicado estampar en fibras artificiales que naturales, aunque sólo se trata de un problema de búsqueda de la pintura adecuada.

Unos meses de pruebas y podrá decorar zapatillas, cintu-rones, blusas, camisetas, etc., y no sólo a su gusto, sino llegar a suministrar diseños originales a sus amistades o tiendas especializadas en este tipo de prendas artesanales.


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