Se compran máquinas, se regalan máquinas, se usan esas máquinas de fotografiar y, sin embargo, qué pocas veces se ven fotos con imaginación y unos mínimos de calidad, lo cual es independiente del precio de la cámara y de los adelantos que incorpore. Tanto con un «cajoncillo» humilde, como con el último grito de la técnica, se dan fotos borrosas o movidas, mal encuadradas, con doble exposición, etc.
Por lo tanto, es necesario superar esa barrera de los primeros rollos fracasados. Para ello, nada mejor que recoger una serie de conocimientos y reglas del «juego», muy elementales, pero imprescindibles para que la fotografía llegue a ser una pasión incontenible, con múltiples aplicaciones, o simplemente un goce familiar.
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